9 diciembre, 2025

9 diciembre, 2025

Emerge Virgen en medio de la sierra

La artista Elizabeth María de Fátima Pesquera construyó en El Chorrito una escultura monumental basada en geometría precisa y una lectura contemporánea del simbolismo guadalupano

EL CHORRITO, TAMAULIPAS.- En El Chorrito, la nueva Virgen de acero emerge entre montañas grises y un cielo que cambia de tono con rapidez. La figura domina el paisaje y anticipa la magnitud del proyecto, una obra que mezcla técnica, intuición y una lectura contemporánea del simbolismo guadalupano.

La escultora Elizabeth María de Fátima Pesquera fue convocada por Itavu para presentar propuestas y terminó encargándose de la pieza. Su primera idea fue crear una Virgen hueca, transitable, pero el costo de una estructura así volvió imposible sostener aquella visión inicial.

Optó entonces por el acero, un material que permite trabajar pliegues definidos y superficies que capturan la luz según la hora del día. La intención era lograr una figura que no imitará moldes tradicionales, sino que respirara modernidad sin romper con la narrativa religiosa.

La tridilosa se convirtió en el esqueleto de la obra y la ampliación por punto permitió trasladar con rigor cada medida desde la maqueta a escala monumental. Cada plano, cada borde y cada vértice se resolvió como un rompecabezas aéreo que exigía exactitud y control absoluto.

La artista describe el proceso como ubicar puntos en el vacío y luego vestirlos de lámina. Se usaron reglas gigantes, líneas láser y varillas que definían inclinaciones precisas. Ningún fragmento es igual a otro y cada pieza requirió soldadura fina para sostener la forma general.

Un detalle inesperado marcó el acabado: el rostro y las manos adquirieron tonos más oscuros sin intervención deliberada. Ese efecto convirtió a la escultura en una representación natural de la Virgen morena, un gesto simbólico que la artista considera un accidente afortunado.

El mayor desafío estuvo en la estructura interna. El equipo colocó más refuerzos de los necesarios y luego fue necesario retirarlos sin dañar la piel metálica. Cada ajuste implicó riesgo y discusión técnica, pero Pesquera defendió el diseño original para preservar la geometría exterior.

En el sitio, las grúas sostienen piezas enormes mientras soldadores avanzan entre ráfagas de viento y cambios de luz. El sol proyecta destellos que recorren la lámina y acentúan los pliegues de la figura, creando un efecto visual que no estaba planeado, pero ahora la define.

La Virgen descansa sobre la luna negra, símbolo antiguo de México y parte esencial de la iconografía guadalupana. La figura joven, de proporciones finas, conserva la tradición que señala su edad en la aparición, integrando modernidad geométrica con memoria religiosa.

La inauguración del 12 de diciembre convertirá la pieza en un nuevo referente del estado. Más que un punto de devoción, será un ícono visual que surge de cálculos minuciosos, desacuerdos técnicos y una voluntad firme de transformar acero frío en un gesto devocional y luminoso.

Por. Staff

Expreso-La Razón

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