10 diciembre, 2025

10 diciembre, 2025

Generación Z y la misoginia 2.0

CULPA IN VIGILANDO/ NOHEMÍ ARGÜELLO SOSA

Durante muchos años creímos que el patriarcado no podía formar hombres y mujeres más machista que aquellos que ya conocíamos. Machistas que se formaron en el seno de familias donde se reforzaban los estereotipos de género y asignan a las mujeres las labores de limpieza y cuidado de la familia, mientras a los hombres se le asigna el sostén económico de la familia y no se les limita su presencia en el ámbito público que los empodera.

Si bien, el contexto reafirmaba los roles de género aprendidos en casa, el nivel de misoginia parecía baja en las generaciones más jóvenes, la generación Z; sin embargo, rompió esta tendencia.

Para entender este lamentable fenómeno, es necesario reconocer que, aun cuando esta generación, nacida entre 1997 y 2012, creció en un entorno donde los derechos de las mujeres avanzaron con leyes más garantistas, han tenido acceso a ideas progresista a través de internet, conocen sobre movimientos como #MeToo y debates sobre consentimiento, masculinidades y diversidad, la misoginia no solo persiste entre estos jóvenes, sino que se reinventa, se viraliza y se vuelve tendencia.

La respuesta a este freno en la construcción de una sociedad más pacífica y justa se encuentra en los nuevos educadores: YouTube, TikTok, Twitch, Reddit y foros de la machosfera, donde creadores de contenido disfrazan discursos de odio como “humor”, “opinión incómoda” o supuestas “verdades que nadie quiere escuchar”. Es así como las y los adolescentes y jóvenes de la generación Z se apropian de ideas machistas renovadas y reforzadas, propias de una misoginia 2.0.

Uno de los factores que fomentan el surgimiento de esta misoginia exacerbada son influencers como Andrew Tate, El Temac y Adrián Marcelo, entre otros, quienes promueven masculinidades violentas. Estos personajes ya suman millones de seguidores adolescentes con quienes comparte ideas misóginas como que las mujeres son manipuladoras, interesadas, inferiores y que sirven para medir la masculinidad hegemónica y misógina.

A este nuevo contexto se suma el algoritmo: cuanto más contenido misógino consume un joven, más contenido similar recibe. Esto siembra la idea errónea de que la misoginia es el discurso dominante, lo que facilita la introyección de estos prejuicios.

Ante esta problemática, padres, madres y familiares de jóvenes de la generación Z tenemos el deber y la responsabilidad de desmontar las ideas y sesgos cognitivos que daña la salud mental, genera violencia contra las mujeres y niñas y construyen la misoginia 2.0.

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Nohemí Argüello Sosa

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