13 diciembre, 2025

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Divina ilusión

ENROQUE / JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ

Una noche de 1964 escuché en la radio una canción que me cautivo. Se titulaba «Divina Ilusión» y era interpretada por Neil Zedaka, cantante y compositor estadounidense.
La música era bella y relataba la historia desgarradora de un sueño de amor que no se realizó que irradia dolor, melancolía, la frustración que produce un amor que no pudo ser.
Se trata de una historia basada en una pieza musical del concertista polaco de música clásica, Fréderic Chopin, uno de mis favoritos, denominada opus 10 número 3, a la que se conocía popularmente como «Tristeza» y «Adios».
La compuso 1932 cuando estaba fuera de su tierra y la lejanía de su patria le producía melancolía en los momentos en que Polonia sufría una fuerte tensión social que desembocaría en 1830 en una insurrección que, para su infortunio, fracasaría, suceso que acentuó su nostalgia y le produjo al creador la sensación de un fuerte golpe emocional y un amor desesperado por su tierra.
Cuando ocurrió el levantamiento Chopin había emigrado a Paris, en donde vivió hasta su muerte en 1849, a los 39 años.
El autor de la letra de la melodía interpretada por Zedaka fue la primera voz del trío mexicano Los Tres Diamantes, Enrique Quezada Reyes, quien adaptó los sentimientos de Chopin, pero entre un hombre y una mujer, no a los que sentía por su patria el virtuoso polaco.
La canción fue cantada en varios países y años distintos, en 1949, por ejemplo, por Tino Rosas, como tango «La melodía del corazón», acompañado por la orquesta de Edgardo Donato, en 1943 fue música del filme «I Walked with a Zombie», en el 2001 la soprano Sarah Brightman la adaptó con el nombre de «Dans la nuit» y tema musical de otras películas.
En México fue éxito de varios cantantes, entre ellos como bolero de los Tres Diamantes en 1950 y años más tarde por los baladistas José José y Napoleón, entre otros.
Independientemente de todo ello yo la sigo recordando como una balada que dejó una huella indeleble en mi juventud y ahora, a 59 años de haberla escuchado por primera vez, me sigue llenando de nostalgia.
Igual que «Divina Ilusión», hay otras composiciones de música clásica que me emocionan. «Nocturno» opus 9 No. 2, también de Chopin, «Para Elisa» o «Para Therese» que Beethoven dedicó a un amor imposible y «Balada para Adelina» compuesta por Paúl De Snneville en 1977 como un homenaje a su hija recién nacida que fue popularizada mundialmente por el pianista Richard Clayderman.

POR JOSÉ LUIS HERNÁNDEZ CHÁVEZ
jlhbip2335@gmail.com (Derechos reservados, prohibida su reproducción e inserción de anuncios y otros usos sin el consentimiento escrito del autor)

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