14 diciembre, 2025

14 diciembre, 2025

Economía familiar: percepción y realidad

Aunque la inflación general no se ha disparado y el empleo se mantiene estable en Tamaulipas, el alza en alimentos y la informalidad laboral pegan en la economía de los hogares

Pese a que las cifras de inflación muestran cierta estabilidad, el gasto en alimentos continúa siendo uno de los rubros que más presiona el presupuesto familiar.

Al cierre de 2025, la economía de Tamaulipas puede leerse de dos formas; en los indicadores, el año termina mejor que los anteriores, hay empleo, el salario mínimo subió y la inflación dejó atrás los picos que presionaron a los hogares tras la pandemia. En la vida diaria, el cierre se siente distinto; muchas familias terminaron el año ajustando gastos, estirando ingresos y tomando decisiones que no aparecen en ninguna estadística, esa distancia entre cifras y experiencia cotidiana define cómo cerró realmente 2025 para la población. Desde 2023, el precio de referencia de la canasta básica de 24 productos se mantiene en 910 pesos, como parte del Paquete Contra la Inflación y la Carestía. No obstante, monitoreos de la PROFECO indican que en Tamaulipas el costo real de la canasta básica fue mayor durante 2025, con precios que oscilaron entre 920 y hasta 1,080 pesos, dependiendo del municipio y del tipo de establecimiento.

En estados como Tamaulipas, donde el costo de vida urbano es elevado y una parte importante de la población habita en zonas de transición entre lo rural y lo urbano, el impacto se resiente con mayor intensidad. En ciudades como Ciudad Victoria, Reynosa y Tampico, el aumento en productos básicos como pollo, frijol, huevo, jitomate y limón ha encarecido de manera significativa la alimentación diaria de miles de familias.

Comerciantes de mercados locales señalan que el kilo de bistec ya supera los 190 pesos, mientras que la leche pasteurizada rebasa los 25 pesos por litro, niveles que coinciden con los precios promedio reportados por el INEGI a escala nacional. El incremento de 4.7 por ciento en la canasta alimentaria urbana superó la inflación general anual, que se ubicó en 3.8 por ciento, lo que confirma que los alimentos continúan encareciéndose a un ritmo mayor que otros bienes y servicios. Esta situación afecta de manera importante a los hogares de menores ingresos, que destinan una mayor parte de su presupuesto a la compra de alimentos.

La despensa cuesta más de lo que indican los precios oficiales; depende del municipio, del tipo de tienda y de los costos de transporte, lo que obliga a ajustar compras, cambiar marcas y gastar más para llevar lo mismo. A este gasto se suman otros que la canasta básica no contempla; renta, transporte, electricidad, gas, educación y salud, rubros que durante 2025 absorbieron buena parte de cualquier mejora salarial y redujeron el margen de ahorro.

Cuando se compara el salario mínimo con el costo de la canasta básica aparece un dato positivo; hoy se requieren menos días de trabajo para cubrir los alimentos básicos que hace tres años, una recuperación parcial del poder de compra. Comer cuesta menos días de trabajo que antes; sin embargo, el resto de la vida cotidiana se ha vuelto más caro, lo que mantiene la presión sobre los presupuestos familiares. Otros factores ayudan a explicar el cierre económico del año; el uso de crédito al consumo aumentó, especialmente tarjetas y préstamos personales, utilizados no para invertir, sino para cubrir gastos corrientes, una práctica que permitió sostener el consumo a costa de mayor endeudamiento. De acuerdo con datos del Banco de México y la CNBV, el crédito al consumo mantuvo una tendencia al alza durante 2025; este comportamiento refleja la necesidad de los hogares de financiar gastos cotidianos ante ingresos que no siempre alcanzan. En varios municipios, las remesas funcionaron como un complemento para cerrar el mes; aunque relevantes, dependen de condiciones externas y no garantizan estabilidad a largo plazo para la economía local.

El crecimiento económico del estado fue desigual; sectores como energía y minería mostraron dinamismo, mientras que la manufactura y algunos servicios enfrentaron ajustes, por ello el cierre de 2025 no se vivió igual en todos los hogares ni en todas las regiones. De acuerdo con el CONEVAL, cerca de una cuarta parte de la población de Tamaulipas permanece en situación de pobreza y alrededor de cuatro de cada diez personas carecen de acceso a seguridad social; estos rezagos ayudan a explicar por qué los avances macroeconómicos no se traducen automáticamente en bienestar.

PANORAMA LABORAL DIVERSO

Hay trabajo, pero una parte importante se desarrolla sin contrato, sin prestaciones y sin seguridad social; para miles de familias esto implica ingresos inestables y la necesidad de enfrentar cualquier emergencia sin respaldo institucional. La informalidad no es solo una condición laboral; es una forma de vida marcada por la incertidumbre, ingresos que cambian semana a semana, poco acceso a crédito formal y la obligación de cubrir gastos médicos con recursos propios, por eso, aunque el empleo exista, la sensación de estabilidad no se generaliza. Otro indicador clave es el salario mínimo; entre 2023 y 2025 el ingreso diario pasó de 207.44 pesos a 278.80, para quienes cuentan con empleo formal el aumento representó un alivio parcial frente al encarecimiento de la vida, un avance real y medible.

El salario mejora, pero no llega a todos por igual; beneficia plenamente a quienes están en la formalidad, mientras que para el resto el ingreso sigue dependiendo de cuántos días se logra trabajar y bajo qué condiciones. El problema es que el salario mínimo no refleja el ingreso real de toda la población; en un estado con altos niveles de informalidad, muchos hogares dependen del autoempleo, del trabajo por día o de ingresos variables, por lo que el impacto del aumento salarial no se siente de manera uniforme.

En términos reales, el salario mínimo creció por encima de la inflación; sin embargo, esa mejora no se tradujo de forma completa en bienestar, porque los gastos que más pesan en la vida diaria continuaron aumentando. Transporte, electricidad, gas y servicios presionaron el gasto mensual; esta combinación explica por qué el aumento salarial fue percibido como insuficiente para recuperar plenamente la tranquilidad financiera de los hogares.

Otros factores ayudan a explicar el cierre económico del año; el uso de crédito al consumo aumentó, especialmente tarjetas y préstamos personales, utilizados no para invertir, sino para cubrir gastos corrientes, una práctica que permitió sostener el consumo a costa de mayor endeudamiento.

De acuerdo con datos del Banco de México y la CNBV, el crédito al consumo mantuvo una tendencia al alza durante 2025; este comportamiento refleja la necesidad de los hogares de financiar gastos cotidianos ante ingresos que no siempre alcanzan. En varios municipios, las remesas funcionaron como un complemento para cerrar el mes; aunque relevantes, dependen de condiciones externas y no garantizan estabilidad a largo plazo para la economía local. El crecimiento económico del estado fue desigual; sectores como energía y minería mostraron dinamismo, mientras que la manufactura y algunos servicios enfrentaron ajustes, por ello el cierre de 2025 no se vivió igual en todos los hogares ni en todas las regiones. De acuerdo con el CONEVAL, cerca de una cuarta parte de la población de Tamaulipas permanece en situación de pobreza y alrededor de cuatro de cada diez personas carecen de acceso a seguridad social; estos rezagos ayudan a explicar por qué los avances macroeconómicos no se traducen automáticamente en bienestar.

CONCLUSIÓN

El cierre de 2025 deja una imagen que no cabe en una sola cifra; la economía de Tamaulipas resistió, el empleo existe, el salario sube y algunos precios se contuvieron, pero para una parte importante de la población la estabilidad sigue siendo frágil.

La diferencia entre crecer y vivir mejor todavía es grande; mientras los indicadores permiten hablar de avance, muchas decisiones cotidianas siguen tomándose desde la necesidad y no desde la tranquilidad. Ese es el verdadero balance del año; una economía que mejoró en el papel, pero que todavía no logra convertirse en bienestar para todos.

CLAROSCUROS EN ACTIVIDAD ECONÓMICA

La actividad económica del estado muestra un comportamiento desigual por sectores. El INEGI, a través del Producto Interno Bruto por Entidad Federativa, señala que actividades como la minería y la energía han registrado crecimientos, mientras la manufactura y algunos servicios enfrentaron ajustes. Esta disparidad sectorial explica por qué el crecimiento económico no se refleja de forma homogénea en todos los empleos ni en todos los niveles de ingreso, generando contrastes entre regiones, ramas productivas y perfiles laborales dentro del estado. Otro factor relevante para la economía familiar es el acceso a seguridad social. De acuerdo con el CONEVAL, alrededor de cuatro de cada diez tamaulipecos carecen de este derecho, lo que incrementa el gasto de bolsillo en salud y limita la capacidad de prevención ante enfermedades. Al cierre del año, cerca de una cuarta parte de la población en Tamaulipas se mantiene en situación de pobreza, una cifra que muestra que el reto económico no se limita a crecer, sino a lograr que los beneficios se distribuyan con mayor alcance. En este contexto, para las familias los aprendizajes son claros: diversificar fuentes de ingreso reduce riesgos, el acceso a la formalidad laboral sigue siendo clave para la estabilidad y la comparación de precios puede marcar diferencias reales en el gasto mensual.

ADVIERTE BANXICO MAYORES RIESGOS

El deterioro en las perspectivas de crecimiento económico, una inflación mayor a la esperada, así como el deterioro en las finanzas públicas del País, aumentaron fuentes de riesgo para el sistema financiero mexicano, de acuerdo con el Banco de México (Banxico). Estos son los resultados de la Encuesta sobre la Percepción del Riesgo Sistémico de Banxico que se realiza entre los directores de administración de diversas instituciones financieras. La encuesta muestra que la proporción de instituciones que señaló el deterioro en las perspectivas de crecimiento de la economía del País como principal fuente de riesgo aumentó de 75 por ciento, en mayo, a 78 por ciento, en noviembre. En tanto que la proporción de instituciones que señaló mayor inflación a la esperada como otra de las principales fuentes de riesgo para el sistema mexicano incrementó de 64 por ciento a 77 por ciento. El deterioro en las finanzas públicas del País también aumentó la fuente de riesgos para el sistema, pues la proporción de instituciones financieras que lo mencionaron pasó de 67 a 70 por ciento. Entre las principales fuentes de riesgo para el sistema financiero también figura la política fiscal, financiera y económica, rubro donde la proporción de instituciones financieras que lo señalaron pasó de 54 a 56 por ciento, de acuerdo con los datos de la encuesta.

POR NORA M. GARCÍA
EXPRESO-LA RAZÓN

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