Una noticia de impacto periodístico, pero reducida a la fugacidad de un reel en redes sociales: usuarios de Roblox, en su mayoría menores de edad, pueden acudir a misa como un espacio de convivencia o simplemente para ver y escuchar la eucaristía
La Iglesia católica, la misma que ha padecido una fuga masiva de feligreses por constantes señalamientos y poca tolerancia a los nuevos tiempos, ahora muda a una plataforma para muchos aún desconocida. Una aplicación que pareciera ser de juegos para niños es, en realidad, una de las formas de comunicación humana más parecida a la que se da entre transeúntes desconocidos en las calles. Y lo que fue la civilización previa a la era de las redes sociales.
Aunque existe un sinnúmero de juegos y aplicaciones con la modalidad de Roblox, son en realidad los primeros esbozos de lo que comenzamos a llamar o describir como Metaverso. Un espacio desde el mundo digital en el que los usuarios pueden tomar la precaución de participar desde el anonimato o desde su perfil hecho al gusto, con o sin información personal, tal como los desconocidos intentan entablar lazos desde el mundo profano.
Es el aterrizaje completo, previo a la era de la IA, hacia la era del conocimiento que por mucho tiempo trataron de definir como la sociedad del nuevo milenio. Los menores pueden asimismo tener una conversación grupal con sus amigos, incluso viendo sus rostros, y al mismo tiempo hurtarse cosas, enfrentarse con pistolas de láser o llevar a cabo una lección de cocina mientras editan también un video que exhibirán a toda una audiencia, que definirá cuál es el mejor.
Además del dominio tecnológico en un nivel complejo que ya les suma méritos intelectuales, el hecho de poder mantener una comunicación entre grupos de amigos, a la vez que resuelven un acertijo, editan un video, llevan a cabo una receta de cocina o simplemente acuden a una misa, es la clara muestra de cómo el Metaverso evoluciona frente a nuestras narices.
En el Metaverso existen infinidad de escenarios, creados previamente por un equipo de trabajo o por una comunidad de usuarios, incluso con ayuda de la Inteligencia Artificial o como un acto de expresión personal de un usuario determinado.
Es la clara muestra de los horizontes que la mente humana está rompiendo y de cómo las conexiones neuronales no solo son las que un individuo realiza desde su interior, sino que lo hacen con otras personas o con toda una comunidad simultáneamente y, a la vez, desde una particularidad jamás vivida por los seres humanos previamente. Durante siglos, la idea de compilar todo el conocimiento humano, procesarlo, digitalizarlo e incluso darle facultades para generar inteligencia no era contemplada ni en la película de ciencia ficción más pretenciosa.
El Metaverso es la construcción humana ahora concentradora de todo lo generado durante milenios como el universo de todo el pensamiento humano que, a su vez, puede contradecirse, pensar en conjunto y producir más conocimiento más allá del mundo físico, como se ha hecho en casi toda nuestra historia. La posibilidad de un universo desde el mundo digital con la aportación de cada mente humana es un universo de múltiples realidades, similar a los grandes descubrimientos que se han hecho sobre el Universo recientemente.
En todas las eras y etapas de la humanidad, en ninguna la noción de Metaverso tomó tanto sentido como en la actualidad. Curiosa de origen, la humanidad siempre ha intentado y luchado por el dominio de su entorno y su control, lo que al final detonó el surgimiento de la civilización. En el trayecto por comprender, dominar o adaptarse al universo, durante siglos de constante interacción, de intercambios culturales, tecnológicos, de pensamiento y, recientemente, todo lo concerniente a una sociedad posindustrial, el Metaverso surgió como un universo alterno que al final funciona y cuya razón de ser es todo lo concerniente a lo humano.
El lenguaje, la escritura, las artes, el conocimiento, la sabiduría, la ciencia, la religión, la filosofía, la ética y demás establecieron sus cimientos, y en torno a nosotros como especie se mantuvo esa constante interacción o intercomunicación por la vía que fuera posible, cuyo punto de despegue se dio en la Ilustración y en el concepto del “Mundo de las ideas”.
Previo a ello, toda manifestación proveniente de los individuos tenía, por mucho esfuerzo o pericia dedicada, un tiempo de caducidad, y fue hasta el surgimiento de la palabra escrita que se pudo tener un testimonio al menos más consistente de las construcciones sociales que se daban entre individuos.
Piedras talladas o grabados en edificios evolucionaron después al uso del papel y la producción de libros, y la imprenta como medio de mayor dispersión alcanzaría su esplendor tras la Revolución Industrial. Y de la mano con los albores de la industria, una producción mayor de libros, además de la dispersión a otras partes del mundo, generó una nueva fase del conocimiento que evolucionaría a la creación de nuevos espacios de convivencia social y humana, como el acceso a las bibliotecas y los cafés como epicentros para la creación de conocimiento junto a la academia.
La producción de conocimiento o las mismas artes literarias quedaban en el imaginario humano en conjunto con espacios específicos de difusión: los primeros albores del Metaverso, en su forma más antigua y precursora.
O el hecho trascendental y clave para la humanidad, cuando el feligrés inicialmente católico Martín Lutero tradujo la Biblia a las lenguas germánicas, lo que dio un mayor acceso a las sagradas escrituras que se mantuvieron en latín como lengua muerta y de uso exclusivo para la élite eclesiástica. Un suceso tan trascendental como la existencia de la Piedra Rosetta, clave para la traducción de los jeroglíficos egipcios al griego, el primer traductor de toda la historia.
En el Siglo de las Luces, en Francia, surgió después la enciclopedia como un cúmulo de conocimiento humano con bases científicas que de igual manera revolucionarían la concepción del mundo e incluso la de la humanidad por la difusión que propició del conocimiento en muchas partes del mundo. Y la creación de las bibliotecas como espacios públicos para acceder gratuitamente al conocimiento para prácticamente cualquier individuo de una sociedad determinada.
El Metaverso se mantenía en palabra escrita y en algunas mentes privilegiadas con la suficiente capacidad de retención. Aún en una forma tan simple, el hecho de que se diera una mayor difusión del conocimiento en lugares específicos sentaría las bases para lo que hoy conocemos como Metaverso.
Por tres siglos del mundo póstumo a la Primera Revolución Industrial continuaron incluso con el surgimiento de la fotografía analógica, del fonógrafo, la radio y la televisión, que formaron el primer nivel del Metaverso, compuesto por el mundo análogo y que al final generaría y concentraría aún más conocimiento, pero ahora de forma portátil y con otras formas de expresión humana. Durante la era de la imprenta, el ser humano demostró múltiples formas de ingenio para manifestarlo en palabra escrita, que coincide con las eras más conocidas de la literatura mundial. Además de las artes que se plasmaron en todo tipo de materiales, aunque la pintura fue la más destacada.
Con el mundo analógico, la fotografía surgió como una nueva forma de expresión y la perpetuidad de la música que, si bien prácticamente tiene su origen con el de la misma humanidad, era una transmisión de conocimiento interpersonal o mediante el lenguaje de la música. El video y la transmisión de televisión abierta crearon nuevas interconexiones humanas que crearían lo que por mucho tiempo se denominó la “cultura popular”.
Mientras el mundo analógico fue formando un ideario humano y una concepción del mundo y de la humanidad, con el surgimiento de las computadoras personales la escala de producción de conocimiento y concentración de información moldearían el segundo nivel del Metaverso y probablemente el más importante de todos.
Pero la etapa inicial de la transición del mundo analógico al digital fue paulatina y, en un inicio, de limitado acceso para gran parte de la población mundial. Además de las evidentes influencias culturales que desde Estados Unidos, como la máxima potencia en producción por un acceso mayor y además económico, lo posicionó como la influencia cultural hegemónica del planeta. La ventaja, pese a cualquier señalamiento de la influencia estadounidense en el resto del mundo y pese a sus connotaciones propagandísticas, es que el mercado comenzó a regir la demanda de las audiencias, lo que permitió adaptaciones hiperlocales, además de toda la información que producían del mismo mundo.
Y al menos durante las primeras dos décadas del fin de la Guerra Fría lo sostuvo hasta el inicio del boom de las redes sociales en la última parte de la década de los 2000. Las redes sociales terminarían por definir y cambiar por completo las relaciones humanas interpersonales, las corporativas entre los gobiernos del mundo y con sus habitantes. Todo el mundo analógico e impreso terminó digitalizado y adaptado a las nuevas tecnologías y de acceso inmediato, como sucedió con la incursión de los teléfonos móviles. Además de propiciar el acceso universal a todo el conocimiento producido hasta la fecha por la humanidad, fue la consolidación del streaming para el Metaverso como el viento que lo define o erosiona.
La interconectividad en tiempo real que solo logra el streaming es la que actualmente moldea las nuevas formas en las que se produce conocimiento entre comunidades o de manera personal e interpersonal. Porque en la era del streaming, la misma fugacidad como constante, con las estructuras delimitadas del Metaverso, propicia la creación de submundos y de espacios virtuales que durante toda la historia de la humanidad solo eran posibles en lugares físicos.
Ya no solo se trata del uso múltiple de tecnologías como el video, el sonido, el texto, transmisiones en vivo y tiempo real, sino de que todos esos elementos sirvan en un espacio público delimitado que permite una interacción de individuos para realizar actividades en específico y bajo los elementos que desean tener en su entorno, sean existentes o creados.
Y la posibilidad de tener una interacción con un entorno físico llevaría las habilidades humanas a niveles inimaginables. Un ejemplo es el uso de una aplicación como Waze para el tráfico: toda la información concentrada por la aplicación, alimentada por una comunidad, propició tecnologías como el uso de pilotos automáticos en algunos coches eléctricos.
Es la creación digital de un mundo subalterno al real en el que se exponen todas las variables y, mediante algoritmos y ahora con el uso de la IA, el Metaverso es un ente independiente que interactúa directamente, con información incluso anticipada de lo que puede suceder en el mundo físico. En el sector educativo, la noción de Metaverso transformaría por completo la interacción entre docentes y alumnos.
Y las escuelas entrarán por una compleja reestructuración debido a la facilidad con la que se podrá impartir educación de manera interpersonal, de manera digital o desde el Metaverso, que permitiría la interacción en un entorno virtual que podría utilizar métodos del mundo físico, pero con la facilidad de despliegue de todo tipo de información y en tiempo real.
Además de los ajustes y procesos que pueden surgir desde la IA como un medio alterno para generar conocimiento y, sobre todo, razonamiento. El impacto de las redes sociales en distintas partes del mundo, como sucedió en la Primavera Árabe, es otro aspecto de cómo la creación de nuevas comunidades trasciende un espacio geográfico delimitado y más bien integra diversas partes del Metaverso. La exposición que se dio en redes sociales en la caída de los gobiernos, si bien no contó con los medios de interacción de manera virtual como sucede ya con el Metaverso, bajo su esquema permitiría, con toda la información existente, la formación de sociedades independientes de las físicas que evolucionen a mantener su concepto de Estado, aunque sea desde el Metaverso. Y es posiblemente desde ese mismo espacio que podría aterrizar en separatismos o uniones en territorios específicos.
Como sucedió en Estados Unidos con la influencia de grupos terroristas mediante las redes sociales en individuos que actuaron en contra de su comunidad por sentimiento de pertenencia a otra. El atentado terrorista en el Maratón de la ciudad de Boston o el tiroteo en San Bernardino, California, se dieron bajo un esquema igualmente primitivo del Metaverso, o desde su “segundo nivel”.
En la actualidad, en Estados Unidos, el inicio de la era Trump terminó por definir una etapa de inestabilidad interna sin precedentes desde la Guerra de Secesión. Y, al igual como sucedió en el pasado, las innovaciones de combate y propaganda continuaron. En la Guerra de Secesión, la prensa fue clave en algunas de sus etapas y en el campo de batalla las trincheras serían el principal recurso de las dos Guerras Mundiales.
En el conflicto actual no existe un campo de batalla más que el debate público y nuevamente las redes sociales influyen en la reacción de la sociedad, generalmente de manera pacífica, aunque las repercusiones sociales sí son consistentes. El único suceso que sí es considerado como definitorio en el conflicto político que atraviesa Estados Unidos sucedió en 2021, con la toma del Capitolio en la capital estadounidense por parte de simpatizantes de Trump, en ese periodo perdedor de la contienda. Además de nuevos conceptos hasta entonces perdidos en el imaginario público, como el de posverdad, como una de las estrategias de comunicación política utilizada generalmente por la ultraderecha.
El descrédito hacia los medios de comunicación que surgieron de manera escrita o análoga propició la emergencia de nuevas estrategias de comunicación desde el anonimato como una nueva herramienta de golpeteos entre los grupos de poder. Mientras el Metaverso inicia con las generaciones nativas sobreestimuladas y con dominio de la tecnología, en el “Mundo de nunca jamás” el mundo conocido previo a la pandemia de Covid-19, tras su final, la sociedad ha tomado un rumbo sin precedentes, además de la desaparición de espacios que en el pasado eran fundamentales.
Desde oficinas como espacios laborales, o todas las instituciones físicas del sector público o privado que han quedado reducidas a las facilidades de la era digital, como las transacciones económicas. Y es probablemente la principal causa de los choques entre grupos de poder y hasta de civilizaciones, con la solidez que año tras año y mes tras mes toma el Metaverso como una realidad alterna a la entonces conocida por las sociedades del mundo. El surgimiento de comunidades desde el Metaverso, como se da entre menores de edad, se debe en gran medida a una desgracia que ha imperado en distintas partes del mundo, principalmente en los países subdesarrollados: la pérdida de espacios públicos.
Por las dinámicas económicas que imperaron en las últimas décadas y sus numerosas crisis se redujeron la cantidad y calidad de espacios públicos. Los países latinoamericanos son unos de los ejemplos más claros. Las élites redujeron el acceso a la población, principalmente en las ciudades, en zonas residenciales, industriales e incluso comerciales, lo que acentuó las desigualdades sociales. La exclusión de la población en áreas desprotegidas por el Estado en los aspectos más básicos de servicios públicos, y la repentina llegada del Metaverso, fomentó una nueva forma de desenvolvimiento social que, además de servir como un mecanismo de denuncia, sirvió a la vez como un mecanismo de liberación y también de control social.
El problema de inseguridad que afectó y sigue afectando al país fue evidenciado por el mismo Metaverso en su fase inicial, además de exponer los abusos de las autoridades. Y tal vez fue la principal diferencia con lo sucedido en Colombia: que el periodo más violento de inseguridad se dio en décadas regidas por el mundo analógico. Las redes sociales, aplicaciones de mapas y el despliegue de información en vivo por parte de una comunidad afectada y desprotegida permitieron la vulneración de los grupos delictivos y su fácil identificación para su denuncia ante las autoridades.
Y las mismas omisiones de las autoridades quedaron en evidencia. La realidad de un Metaverso en construcción superó incluso los alcances del Estado y de los grupos delictivos. Una comunidad que utilizaba los recursos posibles para recuperar la paz y los espacios públicos limitó además la deliberación del Poder por influir en regiones específicas sumergidas en violencia y, casualmente, ricas en recursos de todo tipo. Esos mismos espacios públicos, creados por una comunidad de internet desde el Metaverso, ahora son utilizados por grupos de interés y de poder como una herramienta de propaganda y descrédito. Y esa es tal vez la naturaleza más parecida a los espacios públicos físicos creados por la sociedad: el constante cambio de uso o de sentido.
Al igual que en la fase primaria del Metaverso, los espacios creados para un fin o temáticas específicas evolucionan a otros rubros. Se puede apreciar principalmente en redes sociales. Y en los virtuales: los videojuegos son un claro ejemplo. Y ese principio de los espacios virtuales lo ejemplifica una aplicación como Waze.
La recopilación de información de usuarios, sus comportamientos, reportes, además de la sinergia con lo reportado por las autoridades, integra una herramienta que supera el objetivo inicial de ser un simple GPS. Lo mismo sucede con el Metaverso, pero con la facilidad de que el mismo usuario toma o quita los elementos que se presentan ante sus ojos. Además de utilizar las herramientas que sean posibles.
Y el mejor aterrizaje al mundo real se aprecia actualmente con los vehículos autómatas, ya disponibles en las ciudades más acaudaladas del planeta. ¿Cuál es aún la mayor limitante del Metaverso? La misma que ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad: la desigualdad.
El acceso al Metaverso es restringido para quien no cuenta con los suficientes recursos, y su “consistencia” es definida por quienes lo controlan. Es universal en cuanto a la entrada para cualquier individuo, pero su complejidad, su influencia o su máxima eficiencia dependen del hardware disponible, del software instalado y previamente pagado, del acceso que otros usuarios permitan (igual que en el mundo físico), lo que al final lo reduce a quien cuente con el mayor capital posible.
La mayoría de los dispositivos al alcance de las distintas versiones del Metaverso son para consumidores que, a su vez, alimentan estadísticas “infinitas” que incrementan la capacidad del sistema y brindan información a sus desarrolladores. Quienes aumentan la experiencia aumentan su capacidad de realizar múltiples tareas en cualquier parte de su entorno, además de tener una mayor simbiosis con la IA y el streaming. Pero al final, por seguir en niveles primarios que aún se pueden considerar como de construcción, en el Metaverso existen innumerables áreas de oportunidad para quienes aprendan bien su uso y sus beneficios.
Como sucedió en la etapa inicial e intermedia del internet con los hackers, y aún continúa. Las estructuras de un Metaverso en constante construcción, y aún en su etapa inicial, son un simple bosquejo de lo que tal vez serán en los próximos años.
Su denominación la acentuó la pandemia de Covid-19 por la condición de confinamiento que imperó en prácticamente todo el mundo en los primeros años de la década. El crecimiento de la IA y las capacidades del streaming terminarán por moldear dos versiones de Metaverso que desde las redes sociales ya se pueden apreciar.
Por una parte, una IA que crea, altera, destruye e intenta emular, perfeccionar y modificar todo lo producido desde el conocimiento humano; y por otra, el streaming, como interconexión sin precedentes que permite la interacción humana y la producción de conocimiento de manera dinámica. Y es aún desde el streaming como la humanidad construye espacios virtuales y les da el mismo uso que a los físicos, con dos escenarios que igualmente ya se contemplan desde la actualidad.
Por una parte, el Metaverso como complemento del mundo físico, pero también como una forma de llevar a la humanidad a niveles inimaginables. Por una parte, el perfeccionamiento humano al contar con espacios físicos y virtuales que propiciarían una evolución de la inteligencia jamás vista y resolver problemas tan elementales como los servicios del Estado y los privados, además de perfeccionar actividades de esfuerzo físico como todas las que se llevan a cabo para el sector productivo. Como una herramienta para la resolución de conflictos, desde lo legal hasta conflictos internacionales.
Y como una forma en la que el ser humano logre, ahora sí, su autodestrucción al darle un uso militar malintencionado. O en la carrera espacial, en futuras expediciones que tengan como principal escenario el Metaverso, que ayude a los expedicionarios y a la comunidad global a resolver los grandes cuestionamientos del espacio y del Universo. Y para el individuo, crear una versión de su mundo, como simulación o no, que le permita recuperar, y al ancho grueso de la sociedad, los espacios públicos y el fomento de la tribuna pública tan alterados en los últimos tiempos por la transición actual del mundo analógico al digital y su salto abrupto al de la IA.
ACLARACIÓN “El mundo de nunca jamás” es un artículo de opinión. Es también un ejercicio literario y, bajo ese principio, se deben tomar las consideraciones pertinentes.
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