30 diciembre, 2025

30 diciembre, 2025

Termina el año sin plan de riego para el DR025

La ausencia de lineamientos técnicos y administrativos impide tomar decisiones oportunas sobre la compra de insumos, contratación de financiamiento y definición de superficies de siembra.

CIUDAD VICTORIA, TAMAULIPAS.- A menos de 48 horas de que culmine el 2025, cerca de 15 mil 970 usuarios con concesión de agua en el Distrito de Riego 025 Bajo Río Bravo desconocen qué cultivo podrán establecer, ante la falta de una definición oficial por parte de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) sobre el Plan de Riegos.

La Unión Agrícola Regional del Norte de Tamaulipas (UARNT) advirtió en entrevista para Expreso que, al día de hoy, no existe información clara ni formal que permita a los productores planear con certeza el próximo ciclo agrícola, lo que agrava un escenario ya de por sí complejo para el sector.

La ausencia de lineamientos técnicos y administrativos impide tomar decisiones oportunas sobre la compra de insumos, contratación de financiamiento y definición de superficies de siembra.

Por tanto, productores del Distrito 025 señalan que la falta de comunicación oficial por parte de la autoridad federal mantiene paralizada la planeación productiva, incrementando el riesgo económico y profundizando la fragilidad de una agricultura que, en los últimos años, ha venido acumulando pérdidas constantes.

– Un campo golpeado y al límite

A la incertidumbre hídrica se suma un panorama adverso que, de acuerdo con la UARNT, mantiene a la agricultura del norte de Tamaulipas prácticamente quebrada.

Años consecutivos de malas cosechas y precios internacionales de granos históricamente bajos han deteriorado la rentabilidad de los principales cultivos de la región.

Esta situación ha generado una cartera vencida de dimensiones críticas, dejando a miles de productores sin liquidez para continuar trabajando la tierra.

Y es que tan solo para el próximo año, se estima que al menos una tercera parte de la superficie agrícola quedará sin sembrar, lo que implicará un alto costo futuro para la recuperación de esas tierras productivas.

La problemática se agrava por la falta de agua para riego en más de 200 mil hectáreas, atribuida (según los agricultores) a malas decisiones de la entonces Comisión Nacional del Agua, que otorgó concesiones sobre tributarios aforados en contravención a la veda establecida por el Tratado Internacional de Aguas de 1944, así como al impacto cada vez más severo del cambio climático.

Aun así, denuncian que México continúa entregando agua a Estados Unidos, incluso de afluentes no aforados, poniendo en riesgo el abasto para uso doméstico.

Por el tamaño de sus unidades productivas, los agricultores del norte tamaulipeco aseguran haber quedado excluidos de apoyos gubernamentales que les permitan competir en condiciones justas frente a los productores de granos y oleaginosas de Estados Unidos.

A ello se suma la importación indiscriminada de granos del extranjero, que ha saturado el mercado nacional y desplomado aún más los precios, sin que la inflación para el consumidor final muestre señales de ceder.

Otra preocupación latente es la posible prohibición del uso de agroquímicos.

Los productores advierten que una medida de este tipo, sin alternativas viables, reduciría drásticamente la producción nacional y obligaría a importar alimentos cultivados en otros países donde sí se utilizan dichos insumos, en una contradicción que, irónicamente, afectaría tanto la soberanía alimentaria como los precios.

Pese a todo, los agricultores continúan trabajando sus tierras en medio de un contexto de inseguridad que persiste desde hace casi 15 años, con todas las implicaciones que ello conlleva.

Y el panorama no mejora: para el próximo año se anticipan precios internacionales de los granos aún más bajos.

En este escenario, advierten, el país se está perjudicando a sí mismo, mientras una gran parte de la población, que no vive del campo pero sí se alimenta de él, permanece ajena a la crisis que atraviesa el sector agrícola del norte de Tamaulipas.

Por Antonio H. Mandujano
Expreso – La Razón

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