Tal vez usted ya leyó, escuchó o atestiguó el cuarto informe de labores del gobierno que encabeza Egidio Torre Cantú, aquí, en nuestra patria chica.
En ese mar de cifras, desglose de acciones, programas ejecutados y proyectos sustentables que enmarcaron el mensaje hecho público por el Ejecutivo estatal, me queda la marcada impresión de que para los tamaulipecos hay algo, más allá de las estadísticas, que debemos valorar.
Y en toda su dimensión.
Para hacerlo, basta un breve ejercicio. Sólo mire a su alrededor, lea la prensa, vea un noticiero electrónico, vaya a su trabajo, acuda por sus hijos a la escuela, visite a unos amigos o familiares, asista a una sala de cine o a un restaurante.
¿Ya lo ha hecho o lo hace de vez en cuando o quizás con alguna regularidad?
Entonces lo más probable es que pueda evaluar precisamente a lo que me refiero en el inicio de este espacio. Le parecerá tal vez una bobería lo que voy a señalar, pero el balance, importantísimo a pesar de su obviedad, es que usted puede hacer todo eso. Más aún, la inmensa mayoría de los tamaulipecos, lo podemos hacer.
Apenas tres años atrás, era casi imposible llevar a cabo lo que señalé líneas arriba. El miedo estremecía a la sociedad tamaulipeca; nadie o muy pocos se atrevían a salir de sus hogares después de oscurecer, el ausentismo escolar quitaba el sueño, los sonidos de la violencia rasgaban las noches y ahuyentaban el descanso, los lugares públicos languidecían ante la falta de visitantes y gran parte de los negocios quebraban, por las causas que usted prefiera pensar. Se vivía una especie de pesadilla.
Tres años después, al cumplirse el cuarto año del gobierno de Egidio Torre Cantú, el escenario es radicalmente diferente.
Hoy parece un recuerdo amargo esos días de zozobra. Tamaulipas, aún en medio de la vorágine delincuencial que atrapa al país entero, camina con firmeza. No me atrevo a decir que con tranquilidad porque los agravios a la sociedad no ceden, pero sí lo hace con mucha mayor confianza en sus instituciones. Nuestro Estado se mueve y aunque esa frase parezca un cliché dialéctico manoseado, encierra un enorme trabajo y un esfuerzo inaudito para que esta querida geografía no naufragara en esos tiempos.
Cierto, el panorama sigue siendo complicado. Hay que decirlo, endiabladamente complicado. Pero dentro de lo que se debe reconocer en la actual administración estatal es que a través de una inmensa inversión, física y humana que pocos conocen, esta administración estatal ha conseguido devolver con el enorme apoyo de su contraparte federal, así sea en parte –lo que ya es motivo de reconocimiento- mucha de la normalidad que añorábamos y que hoy nos permite, lo dice alguien que se considera beneficiado, esperar el regreso de nuestros hijos a casa, sea de su escuela o de una fiesta de fin de semana.
Su servidor, lo digo con toda sinceridad, lo agradece en todo lo que puede valer, la palabra de un padre de familia…
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