1.- La Navidad es un evento anual que sirve para purificar el espíritu, y contagiamos de sentimientos de amistad, amor y paz. Lo religioso y lo pagano se funden para generar un ambiente de armonía y recondiliación. Por algunos días soñamos que la fantasía del perdón lo borra todo, limpiamos el clóset de calaveras y fantasmas para enterrar el hacha y proseguir el año venidero con sólo nuevas cuentas por cobrar.
2.- La Navidad también es un capítulo de júbilo y euforia, en el que la mayoría de las personas siente que tienen razones válidas para exaltarse de entusiasmo. Los ciudadanos bajan sus defensas, se vuelven optimistas y con sus sanas vibraciones producen un ambiente de alborozo, amor y paz.
3.- Los motivos para festejar la Navidad pueden ser muy diversos y personales. Algunos gritan radiantes y achispados porque cobraron un contrato, mientras que otros lo hacen porque al fin se divorciaron, y algunos más porque se les murió un viejo amigo o enemigo viejo.
4.- Por esas razones, la Navidad es una tregua: un armisticio con nosotros y los otros. Suspendemos las hostilidades para examinar nuestra conciencia y hacer un recuento, una verificación y un inventario. Un alto en el camino para revisar errores, admitir culpas, rectificar decisiones y trazar estrategias para ser mejores en el futuro.
5.- Asímismo, la Navidad sirve para auditar la caja fuerte de nuestros valores, y saber los costos morales de nuestro progreso. Lo que ayer fuimos y lo que hoy somos. Es una temporada de limpieza espiritual y de calificaciones sin cinismo, frente al espejo de la verdad de nuestra existencia.
6.- Por más que la Navidad nos envuelva con su optimismo, su espíritu religioso y su alegría, al final de todo nos espera el momento en que debemos enjuiciarnos. Si cada Navidad es un balance sucesivo de nuestra vida, no podemos aplicarnos ninguna evaluación honesta, cuando el cinismo ha agotado todas las reservas de integridad de que disponemos.
7.- La navidad es también un momento adecuado para medir nuestra eficacia frente a la vida, desnudar nuestra conciencia para saber qué niveles de ética funcionamos, y cuál es la validez moral de las armas que usamos para conseguir lo que queremos.
8.- Por estas fechas hay que dejar constancia de que los hombres valen tanto como su palabra de honor, y de que cuando las palabras sólo son ruidos y viento, jamás se hará honor a los compromisos o acuerdos pactados.
9.- Al concluir hoy un ciclo de «Diagnóstico Político», aprovecho la ocasión para despedirme y desearles a mis distinguidas lectoras y lectores, un selecto repertorio de venturanzas para el año 2015, y expresarles mi promesa de un cordial reencuentro en un futuro próximo.