Redondear es igualar la cifra, al menos dejarlas sin aristas y cerrar las consonantes.
En estos tiempos antes y después del frijoleo y tamaleo, no queda otra que pavonearse en el calor humano del cuchi cuchi.
Porque aunque como decía mi Tía Mariana ; “Para que me baño Mijo si no estoy en uso., es obligado el redondeo y el cuerpo a cuerpo, el máscara contra máscara y fuera máscaras, por aquellos de las nuevas leyes de libertad total en cuanto a sexos.
El cuchi cuchi en realidad es un sortilegio, un cortejo de intercambio de masa cerebral con masa espacial en los cuales las parejas disparejas le hacen al fantasma de las sabanas y les gusta el redondeo en la caja de las serpentinas como se dice en la jerga beisbolera. O sea, tirar a matar.
Y está bien claro que ahora el redondeo no tiene prejuicios y tanto se van por los cacahuates para los chicos como las avellanas para las grandes jugadas del Kamasutra. Por eso el Slogan ;” Porque estas sola. No, no estoy sola, estoy con Urdiñola”. Y es que no hay soledad total, porque Urdiñola equivale al ordeñamiento ligero entre escarceo primitivo.
Con toda seguridad los neófitos de los encantos populares y la tradición Freudiana poco saben del redondeo visual y corporal. En finanzas está el redondeo y en el arte también en todas las composiciones clásicas. Vamos, es el sistema de equivalencias. Una para ti, y otra para mí.
El cuchi cuchi así es un sistema florido de educación, de buena educación, que practican los que saben de moles. Pues bien el frío invita a las levitaciones, los escarceos eróticos, clavarse en cruz, buscar al chiquito perdido, bailar con la más bonita y limar las asperezas de este frío que como un cadalso lluvioso nos empapa el alma, cuando aún queda los rescoldos de diciembre en la loca cuesta de enero con los reyes Magos a la puerta, sonando como Avon llama.