La cuenta regresiva como presidente del Club Correcaminos para Francisco Filizola ya se puso en marcha desde el pasado sábado, justo a las nueve de la noche cuando se decretó el nuevo fracaso del cuadro emplumado y lo peor de todo, a donde no pudo acudir el mandamás naranja, excusando su situación de salud, misma que después contradijo, pues señaló que estaba en perfectas condiciones para mantenerse en el puesto.
Total, la orden ya llegó desde arriba y Filizola deberá retirar su mera presencia física, pues en cuestiones operativas desde hace un buen tiempo carecía de voz y voto.
Son tres los prospectos a suceder en el puesto que quedará acéfalo a partir de hoy o de mañana a más tardar y que el mismo viernes, a lo mucho, deberá tener un nuevo ocupante.
Juzgue usted: Armando José Arce Serna, Rubén David Rivera Rodríguez y Manuel Campo Filizola, son los tres finalistas en la carrera por el puesto más importante del deporte en el estado, pues en manos de alguno recaerá la responsabilidad de por fin cumplir con el objetivo que los 20 años pasados no se ha podido lograr.
Recientemente hacíamos un análisis sobre la situación de dos de los mencionados, en aquel entonces incluimos a Enrique de la Garza Ferrer, quien se ha hecho a un lado, como lo hizo el “preferido” de la afición, Adrián Martínez de León.
De Armando Arce, recordaremos, ya fue presidente del club, en poco tiempo logró llenar las tribunas, tener equipos competitivos, igualmente con sus altibajos, pero manejando una tercera parte de lo que las administraciones consecuentes les brindaron.
Aprendió sobre la marcha, se aplicó en las funciones de presidente, hizo presencia en Federación y se relacionó muy bien, al grado que después de dejar de ser la cabeza en Correcaminos, recurrentemente era asesor de algunos clubes en el circuito de ascenso y su residencia en la Ciudad de México lo ayudó a fortalecer amistades con gente de peso en el fútbol nacional.
Con ideas nuevas, gusta de la buena administración y tiene la espina clavada que busca sacársela después de no haber podido conseguir el objetivo de ascender.
Rubén Rivera, por décadas obrero del deporte en Tamaulipas, metódico, sistemático y amante del orden, deportista consumado, tenista, futbolista y corredor consuetudinario, ha sido administrador del Marte R. Gómez, es a la fecha director de desarrollo del deporte en Tamaulipas y amante del deporte social, pues diariamente ve desfilar a deportistas amateur y presidentes de ligas con peticiones buscando la forma de cumplirles.
Trabajó en Correcaminos con Enrique de la Garza Ferrer en los ochentas y noventas, consciente de que una oportunidad así puede llegar y conociéndolo bien, encabezaría el cambio al que el equipo naranja está obligado en todas sus líneas, administrativas y deportivas, renovar la imagen para recuperar la confianza de la afición, ya que sin gente en las tribunas, el cuadro azulnaranja no fungiría como herramienta de unión social, tal y como ha sucedido en los últimos años donde la crisis de identidad ha provocado butacas vacías.
Manuel Campo Filizola; ˝Manolo”, pa’ la raza. Sobrino de Francisco, presidente saliente e increíblemente director deportivo y administrativo durante los últimos ocho años en Correcaminos.
Sobrevivió la salida de Armando Arce, administración en la que inició y conforme pasó el tiempo fue teniendo más y más poder, en todos los sentidos. Elige entrenadores, auxiliares, empleados de las instalaciones del club, tiene línea directa con el gobernador a quien le cuenta -a su modo- las buenas y las malas de Correcaminos.
Decide sueldos, primas, compensaciones de jugadores, negocia con proveedores, patrocinadores, presupuesta viajes, comidas, representaciones, absolutamente todo, es omnipotente en el seno naranja.
¿Ya se entendió?. Manolo es, parte de los más recientes fracasos de Correcaminos, se puede decir, el autor material e intelectual de lo sucedido en los últimos años por estos rumbos.
Lo peor de todo es que el camino indica que vamos por más de lo mismo: Campo Filizola se reunirá este viernes con el gobernador Egidio Torre Cantú, donde se decidirá quien asume las riendas de Correcaminos, ahí estará, quien hace mucho no era convocado a citas en el tercer piso del Palacio del 15 Hidalgo, el mismísimo Francisco Filizola González, quien acudirá a respaldar a su sobrino, echarle una porra para que sea el ungido y el legado Filizola se perpetúe por los siglos de los siglos.
Solo un milagro puede salvar a Correcaminos de tan funesto destino o que un rayo divino ilumine la mente del señalado para sincerarse y reconocer lo mal que se ha hecho, abrir espacios de oportunidad a nuevas ideas, nuevas personas, realidades tangibles, para que de alguna forma haya un camino más viable a conseguir las metas a las que han sido incapaces de llegar, de otra forma no veo que no siga habiendo más de lo mismo.




