CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Brenda Esmeralda Muñiz Martínez, pasó el día de ayer con su hijo. Le dio un baño de esponja, como ha ocurrido en el último mes.
Sin embrago, no pudo escuchar la voz de pequeño de seis años de edad, diciendo: “te quiero mamá”.
Él permanece en el hospital con una lesión severa que le impide abrir sus ojos y estar consciente de su entorno.
La última imagen que seguramente guarda su memoria, es aquella tarde del 13 de abril cuando caminaba junto a su tía en la colonia Américo Villarreal y de pronto fue atropellado por una camioneta.
“Yo vivo en la colonia Américo Villarreal, calle Emiliano Zapata, esquina con José María Iglesias #302, mi hijo Lázaro sufrió el accidente el 13 de abril, yo nada más me acuerdo que lo vi tirado, no me acuerdo de más. Yo trabajo ahí mismo en la colonia, era empleada de mostrador en una tienda de abarrotes. Yo no supe cómo fue, yo escuché que iba rodando y al salir corriendo quedó frente a mí y era el mío”.
Lázaro es el único hijo de Brenda, una mujer de 25 años que vive en una casa de renta junto a su madre y dos hermanos mayores que apoyan en el sustento de la casa.
Sus ojos aún se llenan de lágrimas cuando habla del traumatismo craneoencefálico severo que mantuvo a su hijo en coma inducida los primeros días del accidente en el Hospital Infantil de Victoria.
El padre del menor no vivía con su hijo, por tanto la responsabilidad financiera y moral le correspondían a Brenda, quien perdió su trabajo tras el accidente.
La historia de Lázaro, llegó a oídos de los integrantes de Moto Club Unidos de Victoria y Nigth Condor, los organizadores del boteo a beneficio del niño.
“Se dijo que el conductor estaba ebrio, pero la verdad yo no sé. Ahora está libre, era un conductor de una camioneta”.
Los médicos esperan que este martes reaccione, de los contrario será alimentado por medio de una sonda.
“Sí tengo Seguir Popular, pero hay muchos medicamentos que no cubre y tengo que comprarlos. Yo he vivido con ayuda de la gente, ahora organizaron este boteo para mi hijo y yo les agradezco mucho, porque también me llevan apoyo a la casa.
En el DIF me ayudan con los pañales para mi niño y en Atención Ciudadana, me dan para algún medicamento, pero gracias por el apoyo de toda la gente. No quiero abusar y les aclaro que no hay cuentas de Banco para Lázaro, sólo los boteos que hacen los señores de las motos y el apoyo de mis dos hermanos”.
La vida de Brenda ha transcurrido el último mes en el hospital, a veces come y en otras ocasiones duerme, pero la vida no es la misma.
«Los días, dice Brenda, pasan con el Jesús en la boca, pues en ocasiones el niño amanece estable y otros días se ven completamente oscuros, sin un mañana».




