La pregunta empieza a generalizarse en Tamaulipas en la víspera del proceso electoral del 2016, sobre uno de los prospectos más visibles para el relevo sexenal del poder.
¿Realmente es Baltazar Hinojosa Ochoa el mejor posicionado en la lista de aspirantes del Partido Revolucionario Institucional, para ser su candidato en la siguiente administración estatal?
Sin el menor ánimo de adjudicarme dotes de vidente, ni siquiera de adivinador de carpa, me parece que ese cuestionamiento tal vez pueda responderse bajo dos visiones cronológicas. De tiempo, pues.
La primera es que como sucede con la veracidad de las encuestas, la impresión que muchos tienen sobre el ex Director de ASERCA sin duda se funda en el hoy. Es decir, en un retrato del momento. Si este día fuera la fecha señalada para esa definición, tendrían razón sus simpatizantes en pensar de esa manera.
Hinojosa ha vivido una etapa, podría decirse, feliz. Su trayectoria estatal y federal, su inclusión en los primeros sitios de candidatos plurinominales que le anticipa una responsabilidad de primer nivel –la Presidencia de una Comisión– para la causa tricolor en la Cámara Baja, además de su designación apenas unos cuantos días atrás como uno de los directivos de mayor relieve en el plano nacional priísta, lo perfilan como una de las cartas más sólidas de esa facción partidista.
Vamos, ni siquiera el golpeteo en un semanario de circulación nacional le hizo mella. Para la mayoría de los tamaulipecos, la sacudida tuvo un efecto inverso, al convertirlo en víctima en lugar de villano.
Pero la segunda visión no puede soslayarse ni se le debe restar importancia. Es la que implica el mañana.
Si la política en general es variable, en Tamaulipas es una especie del popular juego mecánico “El ratón loco”, con subidas y bajadas vertiginosas, giros que dejan el cerebro y los huesos en otra parte y zigzagueos que retuercen el estómago. Si en esa locura mecanizada se sufren los efectos en minutos, en el Estado se suceden de la noche a la mañana. Se acuesta uno con una realidad y se levanta de la cama con otra. Con otra realidad, preciso.
Lo anterior significa algo que Baltazar debe considerar como regla de oro. Nadie está seguro y nadie puede decir que es el mejor ubicado, dado que el clima político de nuestra Entidad es un mar tormentoso, en el cual los pronósticos yerran de manera escandalosa, porque nadie parece ser capaz de vaticinar con certeza una tormenta y también muy pocos pueden asegurar que las aguas estarán en calma. Los siguientes días pueden ser de ensueño… o de pesadilla.
Estoy seguro que eso lo sabe el matamorense, pero no estoy tan seguro que ese conocimiento lo ponga a salvo de pasiones anticipadas y posturas arrogantes a destiempo. Las primeras señales de ese tipo han empezado a aparecer y arrojan las primeras nubes oscuras, innecesarias por completo en estas alturas de la madre de todas las elecciones en Tamaulipas.
Tiempo es entonces de abrevar en la popular frase del Kalimán que animó nuestros días de niñez y adolescencia: “Serenidad y paciencia, mucha paciencia…”
PARADOJA EDUCATIVA
Coincido con una apreciada amiga del terreno docente en una apreciación:
Por cuestiones políticas –siempre la maldita política– no se le hace justicia al ex Secretario de Educación en Tamaulipas, José Luis García García, conocido por propios y extraños como “El Chino”. Amado por unos, odiado por otros.
Aunque sólo fuera por fundar la Escuela Normal Rural, debería ser considerado el padre virtual de miles de profesores que han egresado de sus aulas para servirle al Estado en los puntos más recónditos del mismo. Su lucha en ese sentido, es una de las mayores aportaciones al sistema educativo de la Entidad.
Y resulta, vaya paradoja, que su nombre siempre es rechazado para reconocerle su aportación…
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