Leí con atención la reforma que el Congreso está analizando en materia de divorcio, se trata de una iniciativa que se analiza en las comisiones de Igualdad de Género y de Estudios Legislativos y que modificará el Código Civil y Procedimientos Civiles con el fin de que se actualicen y respondan a los tiempos que corren.
Ir con los tiempos no es fácil, lo vemos en la Iglesia católica, lo vemos en las leyes como, por ejemplo, la desaparición forzada, o la Ley de Víctimas. Lo vemos en el Código Civil donde, en algunos estados como Tamaulipas, sigue imperando la Epístola de Melchor Ocampo en el momento de contraer matrimonio, en la que la esposa tiene que someterse a los dictados del esposo.
Sin duda, traer a la realidad preceptos obsoletos y modificarlos es una tarea nada sencilla, adecuar el Código Civil para que la decisión de uno de los dos cónyuges sea tomada en cuenta para divorciarse es, en sí, un cambio drástico, y si a eso se le añade que puede iniciarse el proceso sin dar explicaciones ni pruebas del por qué; implica romper el molde acostumbrado en el que uno de los dos tenía que hacer relatoría de hechos que muchas veces resultaban vergonozos para el o la promovente.
Estoy hablando de infidelidades, golpes, malos tratos, abusos sicológicos, sexuales y hasta económicos. Todo ese rosario de calamidades que muchas veces destruyen los matrimonios o que pese a ello la pareja se mantiene unida, desgastando la relación y afectándose a los hijos.
La reforma que prohíbe los matrimonios con o entre menores de edad está relacionada con el tema del divorcio, aunque nada asegura que un matrimonio durará “hasta que la muerte los separe”, si se busca con estas medidas proteger el vínculo familiar y con ello a los hijos que surjan de esas relaciones tempranas donde se adolece de madurez.
También es una forma de proteger la economía familiar porque el costo de un divorcio es muy alto, y es otro impedimento que obliga a las parejas a permanecer unidas en un ambiente nada sano.
Si nos pusiésemos a revisar las actas de divorcio que existen en Tamaulipas, ahora que aún se tienen que detallar los puntos más oscuros de una relación para que un juez decida otorgarlo, ahí se verán reflejados años de sufrimiento de una familia.
Años de tristeza y de abandono en todos los sentidos.
La reforma que promueven en el Congreso viene en cierto sentido a dar certidumbre y a enfrentar el toro por los cuernos, y como de paridad se trata, el cónyuge, sea ella o él, que más se haya dedicado a las labores del hogar y al cuidado de los hijos, será quien reciba el pago de la pensión alimenticia.
Esto también es revolucionario.
UN “JUANITO” PARA EBRARD
René Cervera García, candidato propietario a una diputación federal por el Partido Movimiento Ciudadano pronto cambiará su nombre a Juanito, porque así se les llama a aquellos ciudadanos o ciudadanas que le siguen el juego a un partido y se postulan como propietarios a un puesto de elección popular para luego graciosamente pedir licencia y dejar en su lugar a quien, desde un inicio se le había prometido el cargo.
Casos como estos abundan, hay entidades donde varias mujeres, esposas de alcaldes salientes, fueron postuladas por el PRI-Verde Ecologista y, en su momento permitirán que haya poder tras el trono.
No hay que perder de vista a Marcelo Ebrard, porque una vez advertido por el Instituto Nacional Electoral que no puede postularse a una diputación federal por dos partidos distintos como lo decretó el Tribunal Electoral, cosa que no hizo, pero que anduvo romanceando, ahora va de suplente de Cervera García, su ex subalterno.
Al ex responsable del Distrito Federal no le hizo mella aquella sentencia de que “ser suplente, ni de Dios”, dicen los blasfemos y cómodamente se instaló a esperar a que le asignen su curul en San Lázaro por ahí del, qué día le gusta estimado lector, ¿el primer día de sesiones de la nueva legislatura?
Aunque antes su partido, Movimiento Ciudadano deberá obtener 3% de la votación el 7 de junio para hacerse acreedor a las plurinominales.
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