7 diciembre, 2025

7 diciembre, 2025

El violador: acabaron los días del miedo

Pese a los ataques del “Monje Violador” en Victoria, al finalizar mayo sólo existía una denuncia mientras el rumor crecía como una leyenda urbana

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Varias mujeres en Victoria permanecían en vigilia,  vivían con el sentimiento de amenaza, ya no dormían y tampoco rendían en el trabajo. “Tengo miedo que ese hombre entre a mi casa”, decían.

“Si le pasó a alguien que conozco temo que vuelva. La víctima podría ser cualquiera”,  se escuchaba decir en el mes de mayo a una vecina cercana a uno de los ataques que perpetraba el violador serial.

La demanda de una  sola mujer contra un agresor sexual, no se escuchaba entonces, porque el resto  permanecía en silencio.

Y es que las mujeres  no demandan por temor a ser señaladas, pues la sociedad aún  califica como  “castigo divino”,  los males que le ocurren a un individuo, o bien,  juzga el comportamiento de las féminas.

Las miden por el escote, por el largo de su falda y hasta por la coquetería innata en ellas.

Los ataques del “Monje Violador”, sumaban 24 en Victoria, al finalizar el mes de mayo, sólo existía una denuncia mientras el rumor crecía como si se tratara de una leyenda urbana.

Sólo ellas podían describir la pesadilla y entre ellas contabilizan los casos.

Tan sólo en el primer cuadro de la ciudad, cerca de la avenida del 17, las mujeres contaban que sufrían de la intromisión de un individuo en las viviendas del sector desde el mes de septiembre del año pasado.

“Yo vi cómo mi vecina subió la barda y puso además malla ciclónica, pero nunca dijo nada, hasta ahora que un vecino habló y dijo que la escuchó gritar que vino para ayudarla pero ella nunca nos advirtió”, dice otra mujer atemorizada.

Al finalizar el mes de mayo de manera extraoficial se contabilizaban 24 casos en quince días.

Para Francisco Javier Aquino, doctor en Psicología Clínica, con Maestría en Criminología, las pautas del caso en aquel tiempo  no le hacían pensar en un violador en serie, sin embrago, el temor de sus víctimas por afrontar una denuncia impedía y sigue impidiendo identificar las características  en común de las mujeres violentadas.

“Para que haya cometido varios intentos o  tener  más de veinte víctimas en un periodo de quince días, quiere decir que  ya es una persona que con tiempo, ya sea aquí o en alguna otra parte, ha tenido conductas semejantes, esto no es algo que aparece de la noche a la mañana. A lo mejor es una situación que ha venido gestando psicológicamente por años y que de pronto se empiece a manifestar, salvo que haya sido una noticia intempestiva que haya desencadenado  esto, pero generalmente es un proceso donde la persona se va desinhibiendo para encontrar o realizar sus conductas”.

UN CRIMINAL “AMABLE”

Las particularidades del delito iban alertando a las mujeres de boca en boca  y siempre se hablaba de características  similares.  En su mayoría describían a un tipo de lenguaje amable y religioso…

“Hay una ambivalencia, pues generalmente los delincuentes sexuales  tienen dos características distintas, una sensación de culpa tremenda por lo que están haciendo, pero tienen un impulso mayor que los lleva a la conducta agresiva. O puede ser alguien sin sentimiento de culpa o simplemente haga uso de las personas como un psicópata con cuestiones agresivas, robos u otra cosa”.

En este tipo de delitos, los especialistas identifican en los delincuentes infancias marcadas por la familia cercana, no siempre  están ligados  a un abuso sexual, pero sí existe abuso físico, maltrato psicológico. Es decir,  personas que  sufrieron agresión por parte de personas  inmediatas dentro de su familia,  personas que de manera habitual debieron protegerlo.

“Para poder establecer el perfil de un violador más que buscar en la literatura, tenemos que buscar en el perfil de las víctimas, porque eso es lo que nos va a llevar a deducir cuáles son las características del sujeto, partiendo del qué tienen ellas en común”.

Si  el hombre que ahora ha robado la tranquilidad de las mujeres victorenses resultara ser el único responsable de los delitos, se pude pensar  que su forma de  actuar le obliga a buscar desafíos, enfrentamientos o sanar los propios rencores sociales.

“En general un delincuente en serie es alguien con un nivel de inteligencia alto, pues para que sea en serie, significa que ha cometido diversos delitos  y se ha sustraído de la acción de la justicia, entonces  los ha hecho con un grado de  inteligencia mínimamente alto, de alto para arriba, no es alguien que actúa impulsivamente, es alguien que ha hecho cualquier delito, con premeditación y siempre pensando en la huida, la evasión y evitar la justicia. Por otro lado, una persona con inteligencia pobre piensa en el acto y luego en cómo salir. Una  característica de la inteligencia es la planeación, y si planea tiene una inteligencia superior a la media”, explica Aquino, doctor en Psicología.

Un violador, además  pasa desapercibido, sus actos sólo reflejan la necesidad de afianzar su poder  y su valía ante sí mismo,  a través del acto sexual, puede tener su pareja e incluso familia, señala el especialista.

Además el violador sigue aprovechando la vergüenza que a las mujeres les genera el hecho de ser violada, el temor a la denuncia y los señalamientos.

“En nuestra cultura se estigmatiza a  una mujer que es violada, siempre le queda al escucha la idea de ¿qué habrá hecho ella para que le haya sucedido eso?, pues como a otras no les ha pasado se consideran “buenas” y eso es  una forma infantil  para sentirse bien  y excusarse a sí mismo del mal que le está sucediendo al otro”.

Protocolo de asistencia a mujeres víctimas.

REPUGNANCIA A SÍ MISMA

Cuando una mujer  experimenta violencia, acoso y agresiones psicológicas por parte de un extraño o su propia pareja, pierde la estabilidad y comienza a  experimentar repugnancia  hacia sí misma, explica Elizabeth Peña Rodríguez del  Centro Regional Victoria en el Instituto de la Mujer Tamaulipeca.

Quien atiende  personalmente a las víctimas  de abuso en Victoria en un ambiente de confidencialidad.

“Primero detectamos el daño físico en un área médica con la que no contamos nosotros  y la remitimos a un médico de confianza si no quieren hacer la denuncia. Esto es con la intención  de detectar enfermedades o algún embarazo. A nosotros nos compete el área psicológica. Muchas veces cuando no quieren denunciar buscan también a un psicólogo particular para hablar del tema aunque hay mujeres que no hablan y generan una resistencia al tema y hablan de otras cosas intrascendentes hasta que toman confianza. No podemos forzar las cosas. Y aun cuando se toman los datos generales, éstos se quedan dentro del Instituto  y en estadísticas son números no nombres”, explica.

Ahora que en Victoria existe la noticia de la captura de un presunto violador  con un historial de delitos desde hace cuatro años pueden sobrevivir los recuerdos en víctimas que arrastran un dolor  inexplicable.

“Aquí podemos atenderlas, pueden tener la confianza que sus datos no saldrán de aquí ni a sus familiares. A los medios que les interesa el tema les damos números, nunca nombres y  sí te puedo decir que ahora han venido tres mujeres (1 víctima de 2014 y 2 de 2015), no ha denunciar pero sí a pedir apoyo, cada una  es atendida por un psicólogo distinto y tienen un protocolo de atención diferente pues la forma de abordar a cada una por la situación que haya vivido es distinta y depende de las necesidades de ellas, es una atención individual”, refiere Elizabeth Peña, psicóloga del Instituto de la Mujer Tamaulipeca en Victoria.

“Generalmente  cuando una mujer ha sido víctima lo primero que hace es negarlo, negarlo hacia sí misma, siente rechazo hacia sí misma, no se siente valuada. Con eso inicia, le siguen los problemas de sueño, ansiedad, terrores nocturnos por revivir el trauma, irritabilidad  y enojo hacia sí misma y el mundo, por ello es necesario que busquen apoyo aunque parezca que están  saliendo adelante solas no es posible hacerlo sólo al cien por ciento”.

Y además coincide en  el grande temor de las mujeres a la denuncia…

“Las mujeres  estamos muy refractarias en esa situación, una porque existe en ocasiones violación por parte de tu propia pareja y otra porque es un desconocido y tienes miedo a las consecuencias, más si él sabe en dónde ubicarte o te amenaza, aparte el miedo a ser señalada”.

El índice de abusos aumenta en las mujeres casadas, cuando es la pareja quien ejerce la violación es el compañero sentimental.

“Las mujeres lo ven normal, porque creen si es mi esposo o es mi pareja y me toma a la fuerza es mi obligación. Entonces existe el desconocimiento de que si él te toma a la fuerza o llega a tener una relación de coito contigo eso es una violación. Pero las mujeres no lo identifican como tal hasta que es un tercero, un extraño, si es  su pareja hasta más del 60 por ciento de las mujeres dice: ‘yo no sabía que eso era violación’. Y si no lo identifican es una dificultad para que nosotros lo detectemos y las mujeres deben saber que si no quieren tener relaciones sufren una violación aunque sea tu esposo.

Y añade: el hombre violento  puede cambiar si así lo desea. Es una conducta que se maneja con voluntad como cualquier otra adicción.

 

Ocho casos diarios re registran en Tamaulipas

Y a las violaciones, la mujer suma los ataques familiares

 

Efraín Klérigan

En Tamaulipas la mujer es objeto de violencia física y social, y ocho mujeres por día son atendidas en clínicas u hospitales debido a golpes o lesiones por hechos de violencia familiar.

Datos de la federal Secretaría de Salud muestran que las lesionadas por violencia familiar superan a las denuncias, pues en ese mismo 2014 en la entidad, tuvieron que recibir tratamiento médico tres mil 151 víctimas de violencia familiar, 96 por ciento (3,024) mujeres y dos por ciento niños.

El atacante en  nueve de cada 11 casos es el marido, el concubino, novio o la ex pareja y el 72 por ciento de las lesionadas son mujeres entre los 15 y los 49 años de edad.

La violencia contra la mujer tiene otras cifras y solamente de enero a mayo de este año se han denunciado 203 casos de violación, 21 de estupro y además, 152 casos de delitos sexuales, la gran mayoría en contra de mujeres o niños menores de edad.

Los municipios donde hay más denuncias por violencia en contra de las mujeres son Victoria, Nuevo Laredo y Tampico, y en el caso de denuncias por violencia familiar, encabezan Altamira, Tampico y Victoria, municipio donde hay más violaciones.

Las mismas cifras  señalan que las lesiones por violencia familiar  en los primeros cinco meses de 2015 sumaron  mil 446, igualmente un 96 por ciento (1,110) mujeres, lo que significa  que en los últimos 17 meses hay un promedio de ocho mujeres lesionadas por violencia familiar cada día, el 72 por ciento entre los 15 y los 49 años de edad.

Pero además la mujer en Tamaulipas sufre de discriminación laboral y los avances jurídicos, en lo que va del siglo, han sido impulsados con las leyes federales o generales, como la equidad de género o la igualdad en las candidaturas a cargos de elección popular.

Pese a que la equidad de género, el empoderamiento de la mujer, reducir la mortalidad materna y frenar la violencia de género estaban en los objetivos del milenio (ODM) para lograrse antes de 2015, en Tamaulipas los resultados no arrojan en promedio mejoría significativa.

Las últimas estadísticas nos dicen que en Tamaulipas la desigualdad por razón de género en los medios escolar y laboral persiste y  ha sido enfrentada por al menos tres de cada 10 mujeres y que el 70 por ciento de las mujeres en edad reproductiva han vivido al menos un evento de violencia familiar.

La importancia del trabajo no remunerado doméstico y de cuidados de los hogares que tiene un alto valor económico, pues significa una quinta parte del PIB nacional, no tienen ni reconocimiento legal ni social, y las mujeres con un empleo trabajan dos horas diarias más, de lunes a viernes, en sus casas y otras cinco sábado y domingo.

La muerte materna en Tamaulipas continúa con un promedio entre 35 y 53 casos anuales y este año las cifras semestrales previas muestran un ligero incremento, según datos del Observatorio Nacional de Muerte Materna.

En cuanto al empoderamiento de la mujer, luego de 15 años en Tamaulipas es menor el número de mujeres en puestos de primera línea dentro de la administración pública y apenas si ha mejorado en cargos de dirección empresarial.

En 2000 de los tres poderes estatales, uno estaba presidido por un hombre, y dos, el Legislativo y el Judicial por mujeres, en 2015 los tres poderes son presididos por hombres.

En 2000 el Pleno de la LVIII Legislatura había cuatro mujeres y 28 hombres y  en la actual LXIII Legislatura hay 12 mujeres y 22 hombres, el porcentaje en 15 años o seis legislaturas, pasó del 12.5 por ciento al 35 por ciento, muy lejos de un punto de equilibrio.

Igualmente los casos de violencia familiar de los que resultan lesiones son casi los mismos y , hay una brecha importante en el ingreso de los géneros y la violencia sexual punible apenas si ha mejorado.

En 2014 según las estadísticas de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas (No hay estadísticas trimestrales para este año) se denunciaron mil 435 caso de violencia familiar, sin embargo otras fuentes hacen pensar que hay una cifra negra de al menos nueve casos de violencia por cada uno que es denunciado.

“Índice de Desarrollo relativo al Género (IDG) es de menos 1.26 por ciento, debido a la desigualdad entre hombres y mujeres” dice el Programa de las Naciones Unidas contra la Discriminación.

“Las mujeres en Tamaulipas tienen un trato asimétrico que redunda en la restricción de sus libertades y en el ejercicio de sus derechos”, advierte el estudio “Las Mujeres en Tamaulipas”, del Inegi.

El Instituto Nacional de Geografía y Estadística, que la brecha educativa entre mujeres y hombres se ha reducido y el promedio de escolaridad de la población de 15 años y más de 8.6 para las mujeres y de 8.8 para los hombres.

El porcentaje de la población con 24 años o más en Tamaulipas que logran completar estudios superiores es prácticamente igual y son el 49.9 por ciento de las mujeres y el 50.0 por ciento de los hombre.

Pero pese a que el número de mujeres que son jefa de familia va en aumento, casi el 23 por ciento en 2014,  las mujeres obtienen en promedio salarios 42 por ciento menores, con un promedio anual per cápita de seis mil 100 dólares contra 14 mil 583 USD de los hombres.

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