El siguiente cuento me fascina: “Los estudiantes de la escuela Tendai practicaban la meditación. Cuatro estudiantes, se prometieron observar siete días de absoluto silencio.
Durante el primer día, todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con buen pie. Pero al caer la noche, como fuera que la luz de las lámparas de aceite había empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir a un sirviente:
— Recarga esas lámparas.
— Se suponía que no íbamos a decir una palabra –dijo un segundo estudiante, al oír hablar al primero.
— Sois los dos unos estúpidos –dijo el tercero–, ¿Por qué habéis hablado?
— Yo soy el único que no digo nada –dijo el cuarto.”1
Aprender a practicar el silencio, te conduce al encuentro de tu Maestro Interior, te ayuda a traslucir el poder que tienes para disfrutar el universo, despertar la creatividad de tu genio y potencializar tu ingenio.
El silencio, es el primer escalón para que te empoderes de la vida, para que acceses al autoconocimiento, al desapego, para que aminores el ego y hagas tuya la sabiduría, te auxilia a que aprecies la magnitud de la vida.
Practicar el silencio, es tan difícil, como aprender a mirarte a los ojos frente al espejo y decirte palabras bondadosas de amor, cuando los haces tuyos, tienes respuestas para la solución de los problemas.
El poder del silencio y de la palabra, te empoderan de la vida, te encuentran contigo mismo, te ayudan a que se armonice tu trinidad y se eleve tu alma, entonces te aprestas al gozo de la introspección en el AQUÍ Y EL AHORA y en consecuencia optimizas el tiempo provechosamente, por que te reencuentras con el santuario de tu conciencia.
El ejercicio del silencio es patrimonio personal que te conduce a escuchar lo esencial, a reflexionar, a saborear la vida, a ser más sabio, más prudente, más en paz contigo mismo.
El silencio, te dice todo lo que tu alma necesita escuchar, reaviva tu mente, llena de amor tu corazón, detrás del silencio está el cofre de la sabiduría, que te ayuda a conectar con la fuente primaria de amor y a recobrar la inocencia original, ahí donde no hay prisas… ni cansancios.
Por cada silencio que se vive, una puerta se abre, para iniciar un nueva relación; por cada palabra que se lanza al aire, como juego malabar, hay un silencio que valora el acompañamiento, que te conduce a tu derecho de evolucionar y crecer, para recobrar la fuerza primaria de tu corazón, que en el tapete azul del universo, se engancha con las estrellas y te hace poseedor de un claro sentido de la vida.
La fuerza del silencio, siempre tiene respuestas a las preguntas de tu alma, siempre le encuentra el sentido de logro a tu tarea, así como “las monedas suenan al caer, pero los billetes no, cuando tu valor se incrementa llega la sabiduría, te mantienes en silencio, convirtiéndote en un haz de luz, es entonces que reconoces que el silencio no es la ausencia de la palabra, sino un rico acompañamiento de ella en la conquista de ti mismo.”
Cuando el universo está en silencio, está ‘conspirando a tu favor’ para que detones el oficio de bien vivir y liberes tu mente de preocupaciones y dolor, para que optimices tu energía, vivas y sientas el milagro del nuevo amanecer, entonces retomas la conciencia y “tomes las rosas, sin sentir sus espinas, sientes el amor… sin probar el dolor”
“Las estadísticas dicen que el 15% de los políticos toman pastillas para algún tipo de trastorno mental, lo que significa, que el 85% andan sueltos… ¡HACIENDO PENDEJADAS Y SIN TRATAMIENTO!”




