Y no me digan que por la subida del dólar y la bajada del peso los estacionamientos son regulados. Oferta y demanda de abusivos, aparte de ser taladores profesionales urbanos, los estacionamientos es un negocio jugoso. Es suficiente con una toma de agua, una caseta y ya está, a cobrar diez bolas y veinte bolas según el antojo de los dueños.
Y no se pregunta si estos negocios son regulados por la Asociación Mundial de Estacionamientos, AME, dependiente de la ONU, porque abusan parejo, se llevan melgas al cobrar con un boletito por una hora. Y si se pasa un minuto le clavan doble. Y si el usuario pierde el ticket, se la meten doble, a ochenta o cien bolas.
El estacionamiento del 12 Hidalgo y Juárez es muy chicho el cuidador. Me tocó llegar al espacio y el chico, de mal encache no estaba por allí. Al salir del Banorte, donde me metí unos cuarenta minutos, me dice; «Son veinte pesos», ¿pero cómo? lo increpo, si ni siquiera me diste ticket. «Son veinte pesos», repite tiranamente. Pero cómo ¿sabes qué son veinte pesos? le vuelvo a preguntar.
“Es que estaba en el excusado y me guío por otros tickets». Ah, le digo, de modo que mides de acuerdo con la cantidad de zurrada. Me quejaré con tu patrón, «sí dígale», me contesta, aún acomodándose los calzones.
Los cuidadores de estacionamientos son como de ejército islámico. Les vale se van por su moche chipote con sangre sea chico o sea grande.
El estacionamiento del 9 Juárez está peor, ahora sale con una tarifa de veinte pesos por una hora, tres, veinte, un año, la cifra es de veinte bolas. Pero el truco es detectable, cobran abusivamente porque nadie se mete ni media hora ni una hora en ese lugar de extremo movimiento. Por el número de vehículos en batería en ese sitio entran bajita la mano cinco mil bolas
diarios. No dan almanaque, ni tarjeta de Navidad, ni bonos, cobran veinte bolas por el aumento del dólar.
Oye, le digo, ¿por qué cobran veinte bolas?
Es orden del patrón. Los estacionamientos son un abuso urbano, una especie de puñalada trapera o delantera. Nadie los regula, le ponen precio al uso del suelo. Los abusos son constantes. Quien regule a estos administradores del espacio urbano deben exigirle que entreguen a los usuarios una tarjeta de puntos. Al menos que rifen una canasta con vinos, dulces y frutas en Año Nuevo, a cambio de tanto abuso.
