20 diciembre, 2025

20 diciembre, 2025

La Jaiba Brava y el llanto de Badillo

El Otro Balcón

“El futbol es lo más importante de lo menos importante”, dice el ex delantero y entrenador argentino Jorge Valdano. En la actualidad mexicana hablar de futbol es hacer a un lado la revelación de los videos con sonido de la fuga de “El Chapo” Guzmán, la expropiación del bar León Rojo en la zona de los mercados municipales, la pelea por las candidaturas a alcaldes, diputados y gobernador, la captura del último de los 15 delincuentes ’más buscados’ en Tamaulipas, la marea roja que atraviesa la costa tamaulipeca. Suelo hablar de los asuntos que me interesan o apasionan; uno de ellos es la Jaiba Brava del Tampico-Madero.

Desde la temporada pasada asisto a los partidos del Tampico-Madero de Segunda División. La motivación primera fue volver al estadio Tamaulipas. Tan sólo mirar las gradas detonó la memoria, los cientos de recuerdos vividos con amigos vivos y muertos.

La primera ocasión me llevó mi padre. Avanzamos por el túnel repleto de otros aficionados que vestían la azulceleste y ondeaban las banderas. Nos sentamos en la zona de sol, casi a media cancha. Salvador Vaca, “Panchillo” Fernández, “Chiquilín” Cabrera, Sergio Lira, Héctor del Ángel, “El Petróleos” Moreno salieron a la cancha. Todas las bocas pronunciaron un mismo sonido: ¡Tampico-Madero, rarará! El balón iba de un lado para otro. El ambiente con chiflidos, gritos y porras, acaparó mi atención. No recuerdo cuál fue el marcador.

Fue en la última temporada en Primera División de la Jaiba Brava, antes de que se fuera a Querétaro. Tenía nueve años y no entendía completamente la razón por la que el equipo emigraba.

Para el 2000 regresé al coloso de la Unidad Nacional a apoyar a las Águilas de Tamaulipas en la Segunda División. Durante los años de principio de siglo presencié los momentos recientes más memorables del futbol profesional en el sur. Cada quince días Miguel Quintero, ‘Chavita’ y yo íbamos a la cabecera sur, a un lado del tanque trompeta, a disfrutar o padecer los juegos. Acudir al estadio era un ritual: esperar el microbús en la laguna, caminar por la avenida, aguantar las filas, sentarte en la grada caliente y, terminado el juego, correr para encontrar lugar en el camión de vuelta a casa. El argentino Héctor “La Yaya” Álvarez, quien después militó -traicionó- en los Correcaminos, es lo más cercano que tuve a un ídolo.

En 2009 el balón giraba en el aire de la incertidumbre. La falta de dinero se tragó al futbol.

La desaparición de la Jaiba Brava coincidió con los momentos más violentos en el sur de Tamaulipas. Ni para qué, nadie salía. En los años pasados la relevancia social y cultural del futbol fue tomada por el basquetbol.

Nunca fui a un juego, pero hubo amigos que en el ‘Ojo del Huracán’ amansaron su pasión deportiva. Traté de saciar el hambre de presenciar futbol en vivo en el estadio de Altamira. Todo intento fue inútil.

Lo comprendí el sábado que volví a ver a once defendiendo la azulceleste en el rectángulo del Coloso. El estadio no estaba lleno, éramos 7 mil, una energía, un espíritu; todos reunidos por un motivo: convivir en familia, apoyar al deporte y divertirnos en paz. ¡Lo necesario para dos horas de vida! Para llegar a esa plenitud en la entidad, al gobierno le falta mucho por hacer en seguridad, economía y desarrollo social.

Hace 15 días quedó claro que la Jaiba Brava es un fenómeno más allá del ámbito deportivo.

En un juego normal de temporada regular el Tamaulipas se llenó con más de 25 mil personas con boleto pagado. El equipo respondió en la cancha ante el escenario impresionante. Algunos consideran al Tampico-Madero una moda. Yo creo, por lo que he escuchado y visto en el estadio, que encontramos un símbolo de unidad ajeno a los partidos políticos y las religiones; lejos del sufrimiento que también nos ha unido.

“No hay nada que me emocione más, Manuel, saber que de Tampico y de la zona sur no se habla de violencia. Eso me emociona hasta las lágrimas, porque esta gente ha sufrido mucho…

Hace muchos días hablamos de la Jaiba a nivel nacional y no hablamos del Tampico violento, hablamos de cosas positivas, por estos niños, por esta gente que se lo merece”, expresó el presidente ejecutivo del plantel, Enrique Badillo en una entrevista con mi compañero Manuel Hernández. Ingeniero, ojalá que la Jaiba Brava siga siendo el motivo de unión, no para dejar de hablar de violencia, sino para que ésta desaparezca. Que el deporte sea uno de los motores de la regeneración del sur de Tamaulipas y ejemplo para el estado.

 

Twitter: @cmanueljuarez
Comentarios: elotrobalcon@gmail.com

 

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