SOTO LA MARINA, Tamaulipas.- Municipio de Soto la Marina: Aquí, ninguna se queda atrás:
Todas quieren ser candidatas, y tan desbordada está la pasión que las suspirantes ya se cuentan por docena.
Los analistas, que observan el desarrollo del proceso entre aromáticas tazas de café; humo de cigarrillos y deshojadas secciones del Expreso, como se hace en conciliábulos de “los pájaros muertos” que sesiona diariamente en la sala VIP (very important people) del Tío Beto; las “Panzas piteadas” que tienen de anfitrión a Chuy Arellano y contertulios de Cuatro en el Café, del Tony Burguer, creen ver en este atípico proceso, algo especial que han dado en llamar, curso avanzado de “ginecocracia práctica”.
Otros dicen que desde Abasolo y Soto la Marina, la mujer está dando pasos agigantados hacia el encumbramiento.
De una manera u otra, la democracia femenil vive momentos decisivos.
Espejismo o realidad, …lo que nadie puede negar es que el suceso está provocando que la antes apacible región esté convertida de pronto, en antesala de una dulce locura, con pasiones
desbordadas que a menudo acaban por trastornarlo todo.
La renovación de cabildos, proceso que vigilado por un organismo ciudadanizado está siendo conducido hasta las urnas de manera tranquila, elevó aquí la temperatura a niveles insospechados de participación.
En cada comunidad rural de estos municipios, puede verse una candidata que despliega labor de proselitismo. Las hay por todas partes.
Con reiteradas promesas de que en esta elección, sí va a establecerse la equidad de género, para abrirle puertas a la posibilidad de que la mitad de los gobiernos municipales queden en manos del antes ignorado género femenino, los partidos acabaron por despertar al “presidente municipal que toda mujer trae dentro”.
Las dulces féminas están convertidas en protagonistas estelares, dentro del proceso no declarado abierto todavía, para renovación de cabildos.
Por si algo hiciera falta, el entusiasmo electoral provoca que todos anden “locos por los votos”.
Con un “quítate que ya llegué”, por lo menos 20 mujeres en Abasolo y Soto la Marina, que tienen mayor o menor capacidad de liderazgo, buscan afanosamente que su partido el PRI, les tome en cuenta para representarle dentro de un proceso democrático que ya está tocando a la puerta de la casa.
En Soto la Marina, municipio que registra en su historia los nombres de dos mujeres al frente de la presidencia municipal: Angelita Alfaro y Raquel Alonso Carmona, el proceso electoral se empieza a vivir de manera distinta, a partir de que falleció Oralia Romero, dejó en orfandad política a Francisca Ruiz, que parece estar colocada a la cabeza de los sondeos de opinión.
Han declarado también sus aspiraciones, la maestra Blanca Rosa de León, Lupita Ruiz, Vianney Hernández de Arellano, Iris Tovar, Marcela Leyva, Adelaida Castillo, Raquel Alonso Carmona que se presentaría a repetir, Alma de Velázquez, Ramona Rodríguez, Carolina Vela, Maty Molina, Aracely Casas y Rosario Meza no se descartan.
Es el despertar de una nueva era que terminó colocando a las mujeres en disputa abierta por las candidaturas, con un singular grito de guerra que bien pudiera decir: Que a todos les quede claro: ¡Vamos a la lucha! Además de buenas, ¡somos muchas!
Como curioso dato, las mujeres se asumen calidad de mayoría en uno y otro sitio, sin embargo, las cifras estadísticas del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática correspondientes a las municipios de Abasolo y Soto la Marina, dan un claro mentís a los discursos populares. En el primer caso se tiene una sumatoria de 6 mil 041 hombres y 6 mil 029 mujeres. En Soto la Marina el INEGI ofrece cifras que dan cuenta de la existencia de 12 mil 664 hombres por 12 mil 100 mujeres. En ninguno de los dos casos expuestos las mujeres forman la apabullante mayoría que dicen tener.
LA MANO QUE MECE LA CUNA
Entrevistada en el taller de costura que creó desde hace 12 años, la ex regidora dice no tener la menor duda que a diferencia del hombre, la mujer está sometida a un proceso natural de aprendizaje que le concede relativa ventaja, porque al final resulta preparada para gobernar.
Y pone los argumentos encima de la mesa:
Para Francisca Ruiz, la mujer tiene la mano suave que acaricia; pero también, la mano justiciera que reprende, castiga y entrega a cada quién lo que lo que en derecho corresponde.
A querer o no, el hogar se convierte en una centro de aprendizaje donde la mujer se convierte en una experta administradora graduada en el oficio difícil de la política: es conciliadora porque aprende a dirimir las diferencias y restablece la armonía entre sus hijos: infalible en la economía doméstica, sabe ajustar el presupuesto y mantiene un equilibrio entre el gasto y el ingreso. Pero la mujer también es procuradora de justicia que sabe aplicar castigo cuando se rebasa el orden y la mano no le tiembla.
Francisca Ruiz, dice no estar sorprendida al ver la manera en que la mujer se incorpora o manifiesta interés por estar presente en la administración pública, porque la mejor escuela está en el hogar.
Yo, no tengo la menor duda que de un tiempo para acá, las elecciones se están decidiendo en las mesas de las cocinas. Porque en estos sitios el diálogo es amplio y abierto.
La mujer, es la que resulta más lastimada con el problema de la inseguridad. Su voz es determinante para exigir que se recuperen espacios públicos para los niños como escuelas, parques y jardines. Pero también, es en las mesas de la cocina donde se hace sentir las carencias que resultan de un salario insuficiente o se evidencia el franco desequilibrio que resulta cuando se pierde el trabajo.
Yo no creo en la teoría del “sexo débil”: la mujer es fuerte, tiene carácter y es determinante; pero tiene la mano que acaricia; que castiga y determina el rumbo, es en síntesis, la que mejor está preparada para gobernar.
Si el hogar es una escuela, nadie debe extrañarse, ni tampoco debe decirse sorprendido de ver que la mujer luche por hacer realidad sus sueños y sus aspiraciones. La mujer simplemente está tomando el lugar que le corresponde, concluye Francisca Ruiz.
NO NACÍ PARA CUIDAR NIÑOS
Guadalupe Ruiz, tiene una manera distinta de decir las cosas:
“El lugar de la mujer no está exclusivamente en la casa ni en el cuarto de los niños”.
Lupita Ruiz, labora como oficial del registro civil y ha manifestado desde siempre el deseo de encabezar el cuerpo de gobierno, pero entiende que la base del éxito está en el trabajo y en la disciplina.
No soy una mujer que esté resignada a cuidar niños, y he aprendido a compartir con mi esposo tareas y responsabilidades. Si en estos precisos momentos me preguntas dónde se encuentra él, diré que tengo la certidumbre que está en casa al lado de mis hijos y más tarde estaré yo con ellos, porque sé que a él y a mí nos corresponde exclusivamente atender los asuntos de nuestra casa.
En cuanto a mis aspiraciones en la política, las considero legítimas, pero no por ello voy a descuidar las responsabilidades: sé que estoy en el mejor lugar cuando se trata de estar en contacto con la gente: como oficial del registro civil estoy con la gente al momento de nacer, al momento de registrarse y todavía cuando se vuelven a casar. Estoy feliz, si consideran que puedo ser útil en otros cargos, me van a encontrar trabajando en las oficinas del Registro Civil.
MI MADRE, BOHEMIOS
La Chata, fue una mujer adelantada a su tiempo.
En el ejido La Peñita, que pertenece al municipio de Soto la Marina, el año de 1960 corría. En ese tipo de asambleas, que más que eso, daba la impresión que se discutía igual que perros y gatos, la maestra rural a la que afectuosamente llamaban Chata, pero que en realidad tuvo el nombre de María de los Reyes Martínez Vargas, pidió el uso de la palabra para plantear lo que hasta ese momento ninguna mujer había demandado: que le concedieran como madre, los derechos de usufructo sobre la parcela que fue de su esposo, para mantener a los hijos de ambos.
Ese solo hecho despertó la reacción del grupo contrario que llegó a caracterizarse por sus desplantes profundamente conservadores.
Cómo crees Chata, lo que estás pidiendo –dijo el Comisariado Ejidal- está fuera de lo que se puede dar. En todo caso, lo que puedes hacer, es que te cases de nueva cuenta y entonces a tu marido, a ese sí, podríamos darle un pedazo de tierra. Las parcelas son para los hombres, remató.
En ese momento la Chata vio el escenario en cuyo centro se encontraba. Apenas dos años atrás, el presidente Adolfo Ruiz Cortines le había entregado el derecho de voto a la mujer y si bien Adolfo López Mateos no había formulado pronunciamientos en ese sentido, ella entendía que la mujer tenía en sus manos el instrumento para exigir sus derechos y sin pensarlo,
redactó una carta en la cual hizo saber el apremio de la situación al Presidente.
A 20 días del envío de aquella carta, la Chata, recibió en el ejido La Peñita, al cartero que había cabalgado a lomo de mula 46 kilómetros que mediaban entre Jiménez y esta comunidad y le pedía en forma amable que estampara la firma en el acuse de recibo, para comprobarle al señor Presidente que la carta se había entregado en forma directa a la interesada.
Palabras más, palabras menos el texto decía:
En mi carácter de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, paso a notificarle, que he resuelto, otorgar a usted, derechos plenos de usufructo sobre la parcela, en beneficio de sus hijos…
A partir de que se dio lectura a la carta presidencial, en el marco de una nueva asamblea, la Chata, empezó a ver en el semblante de los que eran sus declarados adversarios la evidencia de dos tipos de sentimientos que ellos nunca habían profesado a mujer alguna: respeto y admiración.
La Chata, nunca hubiera creído el alcance de la lucha que despertó el día aquel, cuando exigió una parcela, que no hace mucho tiempo, igual que el voto, era considerada derecho exclusivo de los hombres.




