CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Al preguntar a un niño ¿qué es lo que quiere ser de grande?. Respondería que bombero, médico o maestro, sin embargo Humberto desde pequeño sabía a qué se dedicaría, sin temor a lo que la gente piense o diga de la muerte.
Con sólo 26 años de edad, Humberto Emmanuel Zapata Camacho tiene años de trabajar como embalsamador, un oficio el cual no es para quienes tienen estómago ligero, ya que es una práctica que utiliza generalmente sustancias químicas, principalmente resinas o bálsamos, y cuyo propósito es preservar los cadáveres.
Como jefe del área en las Capillas del Recuerdo, Humberto confiesa que es una labor que está rodeada de mitos y creencias que hablan de fantasmas y relatos de gente que regresa a la vida, historias que las personas han creado debido a que no conocen el objetivo de su trabajo.
El joven de 26 años, quien viste de filipina azul con guantes de látex, confiesa que desde joven quiso dedicarse a la medicina, pero no sabía qué área tomar con exactitud y por la idea de un familiar decidió realizar estudios para ser embalsamador. “Al principio mis amigos me decían que por qué, incluso hoy me preguntan qué hago”, ya que no es un trabajo el cual sea muy popular entre la gente”.
Contrario a lo que las personas piensan, el embalsamador define su labor como una práctica noble, donde ayuda a las personas a aceptar la muerte de su ser querido y darle un adiós digno. “Tratamos a la persona desde que lo entrega el SEMEFO o vamos por él a su hogar, hasta que se coloca en el ataúd”.
Además maquillar a un difunto se realiza detenidamente y con cuidado, no sin antes preguntarle a sus familiares cómo le gusta a la persona, esto para que sus seres queridos lo recuerden igual que siempre. “La gente piensa que como uno trabaja con difuntos no tiene corazón, pero es todo lo contrario, nos ponemos en el lugar de la gente y cuidamos a los fallecidos como si fueran nuestros seres queridos”, expresó.
El proceso de embalsamar se explica en palabras sencillas, es como un tratamiento para que el cuerpo no se descomponga rápidamente, por lo que se drena la sangre y líquidos, así como gases totalmente al mismo tiempo que se aplica una inyección de bálsamo.
Para preparar a un difunto hasta que entre el cuerpo al ataúd se necesita tener nervios de acero, sin embargo pocos pueden soportar trabajar con el cuerpo de una criatura o un ser querido. “Lo más triste es cuando nos toca trabajar con un bebé, es muy difícil, más cuando tienen a su familia, es duro trabajar con una criatura, además me ha tocado tratar amigos y familiares, es casi imposible embalsamar a un familiar, en una ocasión tuve que pedir ayuda por no saber cómo tratar su muerte directamente”.
Zapata Camacho afirmó que querer ayudar a los familiares y darles oportunidad de darle el último adiós a su ser amado es lo que le impulsa a hacer su trabajo.




