«Porque le falta, porque le falta, marihuana que fumar». Ahora la cucaracha ya podrá menear su coliflor más tranquila sin asustarse cuando le vendan los churros. El Supremo Tribunal de Justicia de la Nación ha abierto las compuertas para ventilar los asuntos concernientes al uso de la marihuana con fines lúdicos.
Eso de lúdicos es una chifladura porque los que le pegan a la «yerba mala» lo hacen también para darle de garrotazos a sus viejas, o darse un entre con el que se le ponga enfrente.
Recuerdo que la Yerba Mala aparecía en las cercas de los vecinos, y en los patios de nuestras casas, creciendo en sus diferentes formatos. También se daba el caso del florecimiento de la amapola, flor hermosa y maravillosa que crecía entre las varas de los cercados del centro de la ciudad.
Ser mariguano equivalía a ser un poco locochón y lunático, a veces se convertían en locos peligrosos, era común que se le dijera «mariguanos» a ciertas personas violentas y peligrosas.
Con las disposiciones, en estudio de la Corte, la «marigua» se la podrán tronar en donde se les pegue la gana, pero siempre con respeto. Yo por fortuna nunca le he pegado a ninguna droga. Sí en cambio he estado «bien endrogado», y he superado la cegueta de los bancos y mis acreedores voluntarios.
Pero muchos de los de mi generación le dieron vuelo a la hilacha con la Yerba, pues casi todos los rockeros fueron líderes musicales de la marihuana y el uso de las drogas.
Canciones como «Lisimaquia Amapola» y «La Cucaracha», entran de nuevo a la jugada. «Y una cucaracha pinta le dirá a la colorada, que el que juega con Victoria se lo lleva la chingada».
Así ser tronada en los encuentros estudiantiles deportivos ya locales, ya de la entidad. La marihua ya no tendrá escondrijos. La raza de sol, la raza de sombra se la tostará en los encuentros de pura vida y diversión. Algunos para mover bigote y otros para moverles los bigotes a las musas. Lo cierto es que muchos, de toda índole, le darán por la Yerba Mala, y se irán con Camelia la Texana. Y la Cucaracha ya
podrá caminar, con los vidriados y el cogote arrejuntado por tantas colillas botadas.
NOTA: Gracias a los que me escribieron a mi columna sobre el Mural del Palacio Legislativo, pues no todo lo que brilla es arte.