En la búsqueda de la felicidad prometida, la versión actual de Correcaminos, una de las peores que he visto en mi vida, brindó totalmente lo contrario a lo que su renovada y reestructurada directiva se había planteado.
¿Derecho de piso?, ¿novateada?, ¿inexperiencia?, ¿mala suerte?, cualquiera que sea la razón a la que se achaque el fracaso, seguro estoy que ningún argumento es válido para la golpeada afición Victoria, que se tuvo que chutar otros seis meses de burlas y de vergüenza, aunque ahora de forma anticipada, prácticamente jornada a jornada, desde las goleadas, el cese de entrenador, la eliminación de la Copa, un nuevo entrenador que tenía más pretextos que variantes y un montón de jugadores que nunca pudieron dar el ancho.
Tengo aproximadamente mes y medio previendo la situación que hoy es una realidad oscura, amarga, triste; un Correcaminos desahuciado, golpeado en todos los sentidos, un equipo gris, sin alma, sin espíritu y sin fuerzas, muy distinto al que nos pintaron al principio de torneo, que seguro estoy nadie de quienes lo presentaron lo quería ver así, pero todos, uno a uno realizaron acciones para tenerlo donde está.
Cierto es que la afición debe manifestar hasta su descontento en las tribunas, pero esa etapa pasó hace mucho, puesto que hay gente que cree que con su llegada todo se renueva, nada más lejano de la realidad.
Ningún técnico, jugador o directivo puede hoy preciarse de revivir una esperanza o de hacer borrón y cuenta nueva en una larga lista de fracasos, entiendo entonces que la gente se alejó de las tribunas para no avalar lo que ya no aguanta, para manifestar su descontento, su impotencia, respeto a algo que consideran injusto, algo que no merecen y por eso sí se les aplaude.
¿Qué se rescata de este torneo?, la oportunidad a jóvenes como Orlando García y Daniel Vogel, la llegada de dos hombres que creo tienen mucho futuro en el fútbol mexicano como Rubilio y Leverón, aunque ojalá ese futuro sea con Correcaminos pues a decir de sus declaraciones, pareciera que algo les incomoda acá y por supuesto, tener una directiva que hizo que a este equipo se le bajaran los humos, los aires de divos, aunque ni todo esto sumado pudo lograr que el fracaso se pudiera evitar en lo que realmente vale: los resultados deportivos.
Que se tenga quien se tenga que ir, pues aquí la única continuidad que ha existido es la del fracaso.
