CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- La música está presente en la vida del ser humano a través de su evolución.
El hombre busca el ritmo para mostrar sentimientos, la felicidad, la tristeza y en ocasiones hasta la ira. Los géneros han nacido por épocas, como el tango, los boleros, el rock, la ópera, el corrido, el jazz, el pop y aquí en la región huasteca existen músicos que esparcieron la semilla del huapango, en un tiempo en que el género se encontraba fatigado…
Tomás Gómez Valdelamar, originario de Pánuco, Veracruz, llegó a Tamaulipas como un amante de la música tradicional y un conocedor empírico de los ritmos huastecos.
“Soy músico tradicional, mi padre y mi abuelo eran músicos y desde que tengo uso de razón soy músico, no sé hacer otra cosa.
Yo creo que esto es una de las cosas más hermosas que puede hacer uno, porque la música me ha dado a conocer otros países, todo México, gente, soy una persona muy querida en toda la huasteca, soy estimado, así que la música para mí es mi vida”, dice Tomás Gómez, el hombre creador del grupo huasteco “Los Huapangueritos” a mediados de la década de los ochenta en la Casa de Cultura del FOVISSSTE.
“Mi género favorito de música es la música mexicana con mariachi y el hupango”… por ese amor, don Tomás destaca en la región huasteca como el fundador de Los Huapangueritos y el maestro de aquellos músicos que ahora imparten talleres de este género en la región.
“Fui el pionero de este género, además los niños lo asimilan muy bien. En la época en que inicié no había casi huapangueros estamos hablando del 80 en adelante, luego se vino el boom, yo les digo que ahora es una plaga porque hay cientos y cientos de niños en toda la huasteca.
En cada lugar que va uno hay una cantidad de niños… cuando yo empecé no había, yo soy de Pánuco y en mi Pánuco que era la cuna del guapango ya no había huapangueros, Tampico, donde también había huapangueros, ya no tenían. Y así me nació la idea en Victoria”.
El oficio, no tiene mucha aceptación entre los padres que consideran que del arte no se puede vivir, y para el Maestro Tomás Guillén antes era un buen oficio.
“Hace diez años se podía vivir bien de la música, pero a raíz de la inseguridad y todo lo que ha pasado ya no hay cantinas, bares, ahora apenas que nos dejen tocar en los restaurantes, estaciones oficiales, realmente cada día es más difícil vivir de músico. Ahora hay que capacitarse a gran nivel para poder vivir de la música de una forma decorosa.
Pero el músico nunca va a estar desempleado, porque si son músicos malitos, los ocuparán poco, pero hay otros músicos que por su propio trabajo los contratan”, sin embargo, hace falta erradicar entre muchos el vicio del alcoholismo, que es en muchos casos lo que ahoga la música.
La Mujer en la Música
Dentro de aquellas generaciones que aprendían la afinación de los instrumentos en la Casa de Cultura del Fovissste, estaba Soraima Galindo, una mujer que ahora destaca dentro de la música como “Soraima y sus Huastecos”, junto a su esposo y sus dos hijas, Soraima y Cecilia, de 14 y 12 años, respectivamente.
“Llegué a la música mientras llevaba a mis hermanos menores a clases a la Casa de Cultura del Fovissste y ahí preguntando al maestro por los instrumentos elegí la guitarra sexta. Yo de hecho no soy músico que lee o escribe nota. No las entiendo, pero para mí fue llegar a la música tradicional como una herencia oral, visual y auditiva, porque viendo y haciendo aprendí. La música es para mí un escaparate”
Los hermanos asistían al taller de música por invitación del propio maestro en la Escuela Primaria Club de Leones Vespertina.
“Yo estaba por decidir qué estudiar, así que mientras aprendía la guitarra sexta, que es la que todos conocemos. Al ver los instrumentos pregunté por la huapanguera y ahí empezó todo”.
Ahora Soraima es maestra de sus hijas, es madre y una mujer que destaca en la música huasteca en Tamaulipas, pues ella diseminó la semilla del huapango en la región de Mante y Antiguo Morelos, municipios a donde llegó para dar clases recién egresada de la Normal de Maestros junto a su esposo un Médico Veterinario de carrera.
“Gracias a la música es que conocí a tanta gente, siempre se lo agradezco a mi maestro Tomás Gómez, gracias a la música tengo a mi familia, me refiero a mis hijas, mi esposo, seguimos el ejemplo del Maestro Tomás en el Mante, allá nacieron mis hijas y prácticamente desde que fueron concebidas hasta la fecha han escuchado toda su vida guapango, desde los cuatro años se les hizo la invitación, se les compró su jarana y se engancharon y más porque les gusta el ambiente de la música del guapango.
Yo sé que a veces desearían que sólo fuera una cosa o su maestra o su mamá, porque a veces soy muy crítica con ellas, pero siempre con la intención de motivarlas. Ahora ya entienden que esto es una herencia en vida, porque el aprender un oficio, además de su carrera será un apoyo y una entrada alternativa de ingresos, ayudarán a que la música no se pierda y les pido que mantengan la tradición”.
Para Soraima, una mujer en la música huasteca, no fue dificultad trabajar, viajar y presentarse aún en los últimos meses de embarazo, sobrevivió a un accidente en carretera cuando se presentaba en Cumbre Tajín, mientras tenía en el vientre a su primogénita y subió a los escenarios aún a los nueve meses de su segundo embarazo.
“No fue dificultad para mí, no fui quejumbrosa y además disfruto mucho esto. En el primer embarazo paré por un accidente mientras regresábamos de una presentación de Cumbre Tajín, pero fue por estar internados tres semanas. Ese fue el único detallito”.
Para Soraima el oficio no está en extinción, al contrario cada vez hay más músicos, asegura.
Y es que tal vez a muchos les ha ocurrido lo mismo que a ella…
“Al principio esto era un hobby, se supone que no podíamos esperar mucho de esto, pero la música a final de cuentas me abrió las puertas, estábamos recién casados mi esposo y yo, y no teníamos trabajo.
Entonces no había exámenes de oposición como maestra y no teníamos trabajo y con un taller de un año los fines de semana tuvimos las puertas abiertas para seguir por diez años viviendo de la música, a mí sí me dio de comer mi oficio antes que mi profesión”.
En el día del músico, compositores, cantantes y músicos le ruegan a Santa Cecilia para que la música siga sonando.