Caminamos sobre la esperanza de un mañana mejor. Si podemos transitar ya en vuelo, ya caminando sobre la esperanza pensemos con el corazón en el año que viene, con sus pies de plomo. Por lo pesado que
parece ser, por el plomo que vuela sobre nuestras orejas.
El año, que viene, que está al otro lado de la barda del tiempo, será un año duro. Pero siempre, así lo pensamos, gravitamos en la esperanza de que sea un año venturoso para todos. No podemos decir que abolimos las discordias, los odios universales en las guerras que nos asaltan todos los días por televisión, pero si podemos comenzar con la paz y el trabajo con nosotros mismos en casa, en el trabajo diario. Es la esperanza el rayito de luz de los que creemos en el ser humano.
Creer y pensar que seremos mejores, que la palabra del amigo y del amiga es válida, es hacer de la existencia una sonrisa de sabiduría, creer en en nuestros sueños y los objetivos de vida, no importa que lleguemos un poquito tarde a la práctica de hacer de la existencia un trabajo dedicado y con la fuerza que infunde el amor, los afectos, los lazos de amistad y familiares.
Creer y pensar, es parte de este sueño aquí en la tierra. El sueño del esfuerzo, del coraje de vivir.
Bien que el año pisa fuerte, no es el mismo año de ayer, ni de otros ayeres, es un año diferente porque nosotros cada día somos diferentes. Somos seres cambiantes, pero para bien, para bien de todos.
Pisando fuerte, como la hermosa letra de una canción de Alejandro Sanz «Pisando fuerte, son tan fuertes tus miradas, elegantes y estudiadas…»
El año viene, y son tan fuertes tus miradas pero somos unos adolescentes porque como seres humanos, creyentes, amorosos tenemos Fe en la gente, en Dios.




