Sin duda, no fue “bluff”, ni “farolazo” o bravata.
Ayer, el Partido Revolucionario Institucional confirmó lo que fue un anuncio reiterado: Que la disciplina y la unidad son la base de sus decisiones y por lo tanto, de sus acciones.
No faltó casi nadie a la cita. Quienes aspiraron a esa representación, Paloma, Marco, los dos Alejandro y Ramiro, como se dice en el argot político y también como se anticipó, “cuerpearon” al precandidato de su partido a la gubernatura, Baltazar Hinojosa Ochoa, en su registro como tal.
¿Por qué el casi?
Una personaje de ese selecto grupo se hizo más notorio precisamente por su ausencia. Tanto, que mereció un comentario especial de concordia del precandidato: “Donde se encuentre, va mi afecto y reconocimiento a Enrique Cárdenas…”
¿Dónde estaba Enrique?
No hubo aclaración oportuna, por lo cual no pude frenar a mi memoria para recordar un evento similar, unos años atrás.
En esa ocasión, Oscar Luebbert Gutiérrez tampoco se presentó para levantar el brazo del potencial nuevo sol político del Estado. “Estoy enfermo”, argumentó el ex alcalde y ex senador al explicar su inasistencia.
Bueno, quizás también Enrique Cárdenas lo esté. Si es así, ojalá se recupere pronto. Es un buen deseo.
No sea que por no cuidar su salud, ese mal le dure seis años…
LO QUE VIENE
El escenario descrito líneas arriba resultó natural para la inmensa mayoría de los presentes.
Tanto pronosticó el PRI que la unidad no dejaría huellas en el ánimo de los aspirantes a candidato del tricolor, que todos asumieron como normal el apoyo de esas figuras a Hinojosa Ochoa.
El Partido y sus simpatizantes demostraron así, que tenían razón desde el principio. El tamaño, prestigio, madurez y trayectoria de todos los que participaron en la búsqueda de esa candidatura, hacía prácticamente imposible que alguien, como se dice coloquialmente, se “brincara las cercas”. La excepción –Enrique– sólo confirmó esa regla.
Pero este escenario no parece que encontrará una caja de resonancia en la sucesión de las presidencias municipales. Detrás de la fiesta de unidad de quienes lucharon por la candidatura a gobernador, sigue viva, muy viva, una enconada batalla por las alcaldías en cada uno de los 43 ayuntamientos tamaulipecos. Tal vez haya favoritos, pero no hay predestinados y mucho menos sometidos.
El drama futuro parece ubicarse sobre todo en la zona rural. La misoginia galopa sin freno en la gran mayoría de los municipios de ese sector, donde la equidad de género que se ha manejado como un avance social dentro del PRI, peligra por el machismo prevaleciente en muchos de esos actuales jefes de comuna, que se resisten a compartir en las manos de una dama sus añejas parcelas de poder. A esa óptica no escapan algunos de los municipios “grandes”.
Sin duda los priístas deben celebrar con júbilo haber llevado a buen puerto la nave de la unidad en lo que se refiere a la gubernatura. Ahora, sigue trazar las rutas para evadir huracanes y uno que otro tsunami, que por pequeños que sean, pueden hundir una embarcación…
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