De lo único que tengo certeza sobre las leyes electorales, es que en una gran parte están hechas para ser burladas.
Dos casos en ese terreno en Tamaulipas me llaman la atención. Los relativos a los aspirantes a la gubernatura por el Partido Acción Nacional y por el Partido de la Revolución Democrática, Francisco Javier García Cabeza de Vaca y Jorge Valdez Vargas, respectivamente.
¿Por qué son relevantes lo que con ellos sucede?
Porque los dos personajes han hecho lo que se les ha pegado en gana en esa fase de proselitismo maquillado –muy mal maquillado– que se denomina precampaña.
El primero, Francisco García, es un buen ¿o mal? ejemplo del desprecio a la ley. Sujeto a una sanción del Instituto Estatal Electoral en la cual se le prohibía protagonizar esa precampaña, por no cumplir con el protocolo de registro en lo que se refiere a su presentación de licencia concedida por el Senado, el precandidato azul jamás retiró sus promocionales televisivos dirigidos en teoría a los militantes panistas y en la práctica a todos los votantes potenciales.
Como es fama que lo hace el terrible Pepito, se pasó la disposición electoral por los atributos principales del arco del triunfo. Y no pasa nada.
El segundo caso, el de Jorge Valdez, es un poema a la violación de las leyes electorales.
El perredista se ha dedicado en los días cercanos a lanzar abiertas promesas de lo que haría si fuera electo gobernador. Ha abordado temas sociales, de salud, educativos y otros más, en mensajes directos a los ciudadanos, en un claro desprecio a las limitaciones normativas que por lo menos en el papel lo constriñen a pedir en esta etapa, sólo el apoyo de sus correligionarios partidistas. Valdez Vargas ya está montado en una campaña formal y como en el caso azul, también no pasa nada.
Bendito país es éste. En materia de derecho, como asienta una vieja frase popular, después de que todo pasa, no pasa nada…
DISCIPLINAS A PRUEBA
Ayer en Tampico, el Partido Revolucionario Institucional dio una muestra de que su disciplina es el principal ingrediente de lo que en un eufemismo, ese instituto define como unidad.
Es una disciplina estoica, donde el sufrimiento personal es un costo que casi todos admiten. Y a algunos vaya que les cuesta aceptarlo.
En un acto con mujeres, su precandidato a la gubernatura, Baltazar Hinojosa Ochoa, mostró que esa disciplina es la piedra angular priísta.
¿Cómo lo hizo?
Sentó en el mismo acto, bajo el mismo techo, respirando el mismo aire, a quienes en los hechos son considerados enemigos irreconciliables.
Ahí, al llamado de su futuro sol, avalando con su presencia la decisión de su partido, el ex alcalde Fernando Azcárraga López aplaudió la virtual candidatura de su acérrima rival política, Magdalena Peraza Guerra. Debió doler, pero aguantó. Disciplina pura.
Con lo anterior, se demuestran dos cosas:
Si lo vemos en su rostro amable, queda claro que en el PRI sigue vigente la lealtad a sus siglas.
Si lo vemos por el lado coloquial, se confirma que en la política como en muchos otros terrenos, no hay loco que coma lumbre…
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