Con el evento de ayer del PRI nadie podría negarle a ese partido en Tamaulipas su capacidad de movilización, de convocatoria a los suyos, más de 14 mil delegados en un encuentro en el que habría unos 20 mil asistentes al recinto ferial donde fue ungido formalmente Baltazar Hinojosa Ochoa como candidato a la gubernatura.
Así es mis queridos boes, bajo el sol picante que por ratos se escondía, la plana mayor del PRI estuvo presente para levantarle la mano al ex diputado federal y ex alcalde de Matamoros quien a partir de hoy debe aplicarse a construir su candidatura por la constitucional, amarrar o desamarrar al equipo que le acompañará y si quedara zona tricolor por zanjar hacerlo aprovechando el tiempo de ínter campaña o silencio que inicia precisamente a la de ya.
Pero volviendo con lo de ayer, fue un acto muy al estilo del PRI de sus mejores tiempos, tal vez el más concurrido de los últimos años en Tamaulipas, porque sólo el número de delegados convocados obligaba a romper sus marcas, a salir del poliforum y a acondicionar un espacio como el recinto ferial para darle cabida a los tricolores traídos de cada rincón del estado en pleno domingo, en fin de semana de quincena.
Enormes pantallas de última generación, drones volando sobre la multitud bronceada por la resolana, tres enormes escenarios conectados entre sí, la clase política priista en pleno en torno a quien habrá de representarlos en la batalla electoral más reñida de la historia moderna en el estado.
Balta como un rock star surcó el gran pasillo en medio de los miles que le espetaron al menos dos horas aguantando el calorón se dejaba querer, selfíes, abrazos, besos y juntones sazonados por el sudor y la mezcla de fragancias de los más pobres y los más ricos, con él Manlio Fabio Beltrones que hacía lo propio aunque con menos pegue que él matamorense.
Arriba en el escenario ya le esperaban todos los que debían estar: el gobernador Egidio Torre, los ex gobernadores Geño Hernández y Manuel Cavazos Lerma, los es aspirantes a la gubernatura que se quedaron en el camino: Alejandro Guevara, Marco Bernal, Enrique Cárdenas, Ramiro Ramos y el resto.
Diputados federales, el CEN del PRI en pleno. Ahí atrás Ricardo Gamundi, viejo conocido en el pueblo, odiado y querido, abajo en las primeras filas buena parte del gabinete estatal.
No hay pues un pero para el evento, el candidato bien arropado por el CEN, por los locales, por los que querían, por las mujeres, por los chavos, por los viejos.
Balta dijo en su discurso que a Tamaulipas le irá bien, que no caerá en dimes y diretes, dio a entender que no caerá en provocaciones.
Se dijo emocionado y agradecido, como no estarlo con la fiesta que le prepararon los suyos.
Comentó que su compromiso para Tamaulipas es con la seguridad, la certidumbre y la confianza.
Manlio por su cuenta señaló que Baltazar va a cumplir, que está seguro que este será gobernador porque la historia de los gobiernos tricolores es de éxito y aprovechó para agradecer el trabajo de Egidio Torre Cantú presente en el templete.
Tamaulipas, recalcó el dirigente nacional de los del PRI, ha hecho frente a todos sus problemas junto al gobernador.
Pero mientras Baltazar Hinojosa Ochoa y Manlio Fabio Beltrones hablaban y el sol hacía estragos en mi cabeza despoblada me daban vuelta otras imágenes presentes en el evento.
La de Homero Díaz, quien hace 12 años estuvo a punto de ser seleccionado como candidato a la gubernatura luego de figurar como el delfín en el sexenio de Tomás Yarrington.
Y es que ahí en la esquina de los de arriba, en el último lugar disponible estaba el notario público y ex secretario general de gobierno tamaulipeco, solo con su soledad, hurgando en su celular ante la falta de plática.
Homero más solo que mis últimos tres cabellos achicharrados por los rayos del Sol de ayer en en recinto ferial. No me explico entonces cómo es que algunos le han candidateado para la coordinación de la campaña de Baltazar; no se ve como un tipo solo víctima de la ingrata política partidista pudiera acarrearle los votos al candidato del PRI.
Pero no era el único personaje que daba vueltas sobre mi cabeza, tal vez dañada por el intenso calor, ahí abajo del templete, un ‘invisible’ Homero De la Garza era detenido por su realidad al buscar acomodo en la fila de los invitados.
No había un lugar para él, ninguna edecán fue a recibirlo, no había guaruras para él, no tenía ayudantes voluntariosos, ni siquiera una silla.
Obvio los abrazos y besos y fotos y porras y los coqueteos de la prensa quedaron muy en su pasado, hace más de un año cuando los gringos le dieron el bajón con un expediente que le quitó más que la SEDESOL estatal.
Hasta entonces Homero, quien ayer intentaba tararear la canción ‘saber que se puede’ era el delfín del poderío local, se desplazaba por Tamaulipas como el favorito para la gubernatura, pero ayer ni silla tenía, hasta que dos damas le hicieron un campito y se sentó.
Es la ingrata política que convierte en no gratos a quienes antes fueron las estrellas en el firmamento estatal. Junto a los Homeros, media docena seguro sentía circular por sus mentes la figura propia en el sitio exacto donde Baltazar gozaba de la gracia que ayer lo ungió candidato del PRI a la gubernatura. Lo bueno es que en política siempre hay segundas y terceras partes.
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