Con el registro de 38 candidatas y candidatos a puestos de elección popular por el Partido Revolucionario Institucional se abre una nueva era en el plano político en Tamaulipas.
La nominación de mujeres a las alcaldías, de las cuales tienen que ser nombradas 22 en los 43 municipios del estado, porque así lo exige la ley electoral aprobada apenas el año pasado, representa una prueba de fuego para los partidos políticos reacios a llevarlas a ellas encabezando la fórmula en los ayuntamientos.
La mayor parte de este “ejército” femenino lo destinaron a los municipios que ni pintan en número de votos como San Nicolás, por ejemplo, pero se considera un paso crucial para la participación de las mujeres en primera fila, ya no como comparsas, ni como “Juanitas”, ni como participantes en mítines, sin derecho a ser elegidas.
Lo mismo va para el Congreso local donde deberán estar emparejadas las curules para que haya tantos hombres como mujeres legisladoras.
Sin duda es un momento histórico ver tantos nombres femeninos en búsqueda de una alcaldía, sobre todo porque el PRI, siendo uno de los partidos mayoritarios siempre se resistió a nominar a las militantes.
Algo similar pasa en el Partido Acción Nacional, en el Verde Ecologista, y demás siglas.
Lo que pase de ahora en adelante para las tamaulipecas que llevan la responsabilidad de una candidatura, sean esposas, amigas o sobrinas, o vaya usted a saber qué, de los hombres que controlan los municipios, es responsabilidad de ellas, pelear que se les respete como candidatas y además, que exijan a sus partidos recursos, apoyo, un equipo eficiente de campaña y todo lo que se necesita para ganar, eso es responsabilidad sólo de ellas.
Los resultados que se obtengan el cinco de junio serán definitivos para lograr el avance de ellas en un campo minado por los hombres, quienes las ven como competencia desleal porque su incursión surge de una cuota de género.
El inicio de este avance significativo tiene un origen cuestionable, puede ser, pero necesario porque de otra forma ellos nunca soltarán los puestos, las candidaturas y las posibilidades de desarrollo.
Seamos realistas en el mundo, en México y en Tamaulipas, ellos ocupan siempre los mejores sitios, son los que se llevan los mejores sueldos y prestaciones, ellos, por lo tanto, son los dueños del dinero. Ellas desde que el mundo es mundo han tenido que bregar solas, su desarrollo y su avance ha estado siempre lleno de obstáculos.
Hoy los hombres en la política se sienten despojados, por eso empujaron a sus mujeres o a sus familiares a participar por la cuota de género.
Es un comienzo, pero no es lo que las mujeres tamaulipecas estamos esperando, las tamaulipecas quieren ser tomadas en cuenta sean o no familiares de quienes toman las decisiones en el Estado y en los municipios.
Mujeres que tienen un nivel y una preparación que las llevaría a hacer un excelente papel como candidatas y después como gobernantes pero para ello se necesita romper un sistema con estereotipos construidos y en los que esas mujeres familiares y cercanas a los hombres del poder aprovechan para quedarse con las candidaturas.
Lo que suceda el cinco de junio demostrará si las mujeres realmente reciben la misma oportunidad que los hombres de ganar elecciones, pero también será el momento de que en los siguientes comicios sean otras familias, otros nombres y otros apellidos los que figuren en las candidaturas.
Sólo así se podrá hablar de un avance de las mujeres, porque de otra forma, se estará fomentando lo mismo que hemos visto a través de décadas, que siempre son las mismas familias controlando la política en Tamaulipas y en el país.
ALMARAZ Y SUS CONTRINCANTES
Óscar Almaraz, el operador político del PRI, es ahora su candidato a la alcaldía victorense.
Si gana la elección heredará un ayuntamiento realmente emproblemado, donde los servicios básicos son pésimos, desde el suministro de agua potable, hasta el de limpia pública, pasando por el estado desastroso de calles y avenidas.
La capital del estado no parece tal, elevarla a ese nivel requiere un trabajo constante y sostenido.
Quien gane la elección en la capital deberá asumir que los pendientes son muchos y ya no es posible continuar eludiéndolos.
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