En términos educacionales, nuestro país podría definirse como un alumno de lento aprendizaje.
Todo lo que significa un cambio, sea en el terreno económico, social y académico por citar algunos aspectos, nos representa a los mexicanos conforme a las experiencias registradas, un proceso que digerimos en largas pausas. Avanzamos, pero como asienta la voz popular, “a paso de tortuga”.
Y desde luego, el terreno político no es una excepción. ¡Qué va!
Una muestra de esa morosidad para asimilar un cambio y aplicarlo, es la figura de los candidatos independientes para puestos de elección popular. No hay que ir muy lejos para confirmarlo.
Ayer, el Instituto Estatal Electoral dio a conocer que de las aproximadamente 130 mil firmas que presentó Francisco Chavira para cumplir con una condición de su registro, por lo menos 40 mil sufren irregularidades. Para decirlo en lenguaje llano, podrían ser falsas.
Prefiero no especular sobre un posible intento de fraude. Tal vez podría ser una omisión en algún aspecto o un simple error. Eso en mi modesta opinión, aunque es de capital importancia si se trata de un intento de engaño, lo que refleja, una vez más, es que aprendemos lento.
Es apenas la primera vez en Tamaulipas que de manera formal se registra un candidato independiente y –parece maldición– ya enseñamos el cobre, para manejarlo en términos coloquiales.
Y la sospecha aparece de manera natural, en una pregunta:
¿Fue la toma del edificio del IETAM encabezada por Chavira, sólo una manera de curarse en salud para argumentar ahora que las autoridades electorales están manipulando sus documentos?
No parece descabellada esa percepción, si se toma en cuenta la trayectoria de este personaje, envuelta siempre en la polémica.
Aún le quedan más de 90 mil firmas a don Francisco, si las 40 mil en duda son retiradas, con lo cual de todas maneras seguiría siendo válido su registro, en estricto apego a la numeralia –necesita algo así como 73 mil– exigida por el instituto mencionado, pero lo que no conservaría, ni por asomo, sería la credibilidad de los votantes, ante la evidencia
de una aparente artimaña que aquí y en cualquier lugar del mundo se llama de una sola manera: un timo.
Sí, los mexicanos aprendemos lentamente en el proceso de cambiar para mejorar y en este caso, de perfeccionar nuestro sistema democrático.
Y no es eso lo peor. Para agravar lo anterior, la contraparte lastima. Así como somos malos para aprender, somos buenísimos, demasiado, para engañar…
ALIVIO, COMO SEA
Ayer, un informe oficial dio a conocer que los usuarios tamaulipecos de la Comisión Federal de Electricidad ahorraron más de mil millones de pesos en sus recibos al cierre del 2015, con una tendencia a la baja en los primeros meses de este año, en lo que pagan a esa empresa.
Seguramente hay varias explicaciones. Algunos dirán que hemos sido más prudentes en el consumo, otros tal vez argumentarán que es un espejismo en el marco electoral, pero su servidor no tiene más versión que la que dictan mis bolsillos: En los tres bimestres más cercanos, he liquidado a la CFE los montos menos onerosos de los últimos tres años.
En promedio, más de un 30 por ciento más bajos.
No sé si esto será permanente o si en verdad es una argucia como algunos sostienen, pero por lo pronto ¡qué alivio para la economía hogareña!…
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