Aprovechando el periodo vacacional, me tomé la licencia de cambiar el género periodístico de esta columna editorial a crónica, para ilustrar una de tantas anécdotas que he vivido dentro del sector energético, en el que me adentré desde 2012 en Eagle Ford Shale en Texas.
Un jueves me contactaron con la producción de Noticieros Televisa para facilitarles una transmisión en vivo desde el Parque Eólico ubicado en Reynosa, Tamaulipas, aunque solo lo había visto de la carretera que une esa urbe fronteriza con Ciudad Victoria, no me resultaría nada difícil colaborar para este enlace televisivo por lo que preparé mi salida el viernes rumbo a Nuevo Laredo para posteriormente llegar el domingo a tierras reynosenses. Inmediatamente a mi arribo –junto con el buen Toño, ingeniero conocedor del tema energético, amigo y todo un personaje- procedimos conocer la exacta entrada para llegar hasta donde posan las torres de 75 metros de altura.
Solo nos habían dicho que existía una brecha desde la carretera nacional que lleva al ejido El Porvenir, con ese dato nos lanzamos Toño y yo, pero al llegar nos dimos cuenta que no era solamente un camino de terracería, sino varios. ¿Cuál nos llevaría? Ya empezaba a caer la tarde y como es natural, no había ni un alma como para preguntarle sobre el sendero correcto, por intuición tomamos uno que al final conectó a una gran vía de tierra compactada, la misma que identifiqué de los otros parques eólicos que he visitado, de los tres que se están construyendo en Tamaulipas.
Después de 20 minutos de terracería, por fin llegamos al centro poblacional del ejido. En la primera casa nos detuvimos para preguntarle a la señora como llegar al Parque Eólico El Porvenir, la misma que muy amablemente accedió a respondernos con notorias ganas de seguir conversando pero la caída del sol nos apremiaba el tiempo “Ahí subiendo, donde está el panteón, ahí está el parque”, agradeció Toño y aceleramos para llegar pensando que todavía estaba lejos pero sorprendentemente no habían pasado ni cinco minutos cuando nos impactó el espectacular atardecer de Reynosa, surcado por los gigantes molinos de viento, con relajante tranquilidad solo contrastada por el fuerte viento que hacía en el sitio. Debo confesar que jamás había estado en un desarrollo de esta magnitud en funcionamiento, por lo que emular algunos pasajes del Quijote fue como recordar mi pequeñez ante la grandeza de la obra humana armonizada con la majestuosidad del medio ambiente.
Al día siguiente, salí del hotel a las 5:30 am -la cita con Noticieros Televisa era a las 6:00- apremiado por el tiempo, la velocidad que tomé en la brecha provocó que reventara la llanta de mi coche. Una brecha, amaneciendo, con mi soledad y esperanzado que alguien me ayudará. Me llevaron a la locación bajo las 30 torres eólicas, regresamos a mi carro abandonado a su suerte, gracias a un agricultor pudimos cambiar la refacción corroborando, una vez más, a la gente buena, honesta y sencilla de Reynosa. ¿Usted qué opina?
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