Hay razones para vivir y una razón para crear. Los artistas crean la naturaleza de las artes. Inventores de palabras, transformadores de luces y sombras, los artistas son el desafío de una naturaleza no creada por ellos, que bella, no pertenece a sus manos.
Norma Valenzuela dirige y crea desde hace algunos años un taller de danza y teatro incisivo en la vida cotidiana de Reynosa, teatro y danza en trinchera que ha sido imbatible o al menos ha ganado batallas a la apatía y conquistar a una comunidad poderosa capaz de decidir en estos tiempos en proceso electoral. Trabaja con niños y niñas. Jóvenes que no sólo les gusta el teatro y la danza, sino que algunos de estos talentos son empujados a la creacion artística profesional.
Esto no es un albur, es producto del trabajo, de un intenso trabajo de formación y estudio, de experiencias estéticas y de un público creado por ella, por el teatro en la frontera. Asistí a un ensayo para admirar su trabajo el 30 de abril, sábado «Día del Niño», llevados por un agasajo a sus pupilas que convirtieron en un festejo para mi nieta Hannia, que se ha hecho y derecho con la maestra Valenzuela como
pequeña actriz estelar y de reparto, y que por un desgraciado accidente, se lastimó su rodilla.
Es admirable y es reconocible la labor social y el nivel artístico que desarrolla la joven maestra con muchachas y muchachos que la ha convertido en una razón de ser en la vida cultural de Reynosa,
Tamaulipas. Desde su trinchera estética impone la razón del amor por el arte y la sociedad de la frontera.
Desde esta columna la saludamos y colocamos un diez a su labor en las páginas de la vida diaria de la ciudad hidrocarbura.
2- Agustín Avila es un amigo abogado, y como otros amigos que estimo de gran valía ha sido generoso en su amistad. Mis críticos amigos han de decir que lo “gorreo” pero no es así. Es un hombre trabajador, ahora es minero y escarba el mineral más preciado; La Amistad.
