MÚNICH, Alemania.- Dos momentos determinantes, un penalti parado por el esloveno Jan Oblak y una contra culminada por el francés Antoine Griezmann, lanzaron a un irreductible Atlético de Madrid a la final de la Liga de Campeones, con su reacción en el segundo tiempo, con sufrimiento y con una derrota válida (2-1).
Otra gesta del conjunto rojiblanco, que demostró de nuevo mérito y cualidades indiscutibles: compite como nadie; corre más que nadie; no se rinde nunca; es un equipo insistente y potente, muy trabajado, pero también tiene jugadores de un talento individual indudable, como el que demostró su guardameta, Jan Oblak, o sus delanteros Griezmann y Torres en el contragolpe que supuso el 1-1.
La primera jugada, nada más sacar de centro, fue de intimidación del Bayern -a Fernando Torres se le abalanzaron cuatro futbolistas para la presión-, las siguientes fueron de tanteo entre ambos, con un par de tiros lejanos en cada portería, y después de acecho para la defensa del Atlético, agarrado entonces a su firmeza atrás.
Un encuentro de tal dimensión y un rival de tanto poder ofensivo no permiten ningún error. Ni una sola falta al borde del área, la que equilibró la eliminatoria en el minuto 31. Un golpe al que siguió otro impacto; un agarrón en el área de Giménez, de los que hay muchos y se pitan pocos. El turco Cüneyt Çakir lo señaló, Müller lo lanzó, Oblak, sensacional, lo paró y el Atlético sobrevivió.
Era el minuto 34, un momento decisivo y un partido estresante para el conjunto rojiblanco, porque el Atlético sufría desde su nula salida ofensiva. No se estiraba hacia el campo contrario, con toda la inquietud que eso conlleva, con el ‘efecto’ rebote que causaba en el Bayern, de nuevo, una y otra vez, perfilado hacia su ataque.
Hasta el descanso, hasta que lo solucionó el Atlético, movido su banquillo con la entrada del belga Yannick Carrasco, más presente ya en terreno rival, por extensión menos apurado atrás, y revitalizado de la mejor forma, desde el gol, desde una pared entre Griezmann y Fernando Torres culminada con un zurdazo del internacional francés, en posición dudosa cuando recibió el pase final del madrileño.
Un contragolpe vertiginoso, una conexión estupenda entre ambos atacantes y más de media eliminatoria, la final de Milán a la vista, cada vez más cerca, en el minuto 53; aún mucho por jugar y por ganar, pero el panorama ya era muy distinto. No llegaba tanto el Bayern, sí lo hacía el Atlético, con un disparo de Juanfran, hasta el tramo final, hasta el 2-1 de Lewandowski a pase de Arturo Vidal.
Sufrir para ganar. No le quedaba otra al Atlético, que falló un penalti que no había sido -Javi Martínez derribó a Torres fuera del área- en el 83, que resistió de nuevo en su área, con un par de intervenciones más de Oblak y que disputará el próximo 28 de mayo su segunda final de la Liga de Campeones en dos años. Una hazaña.