Lo dicho Señor Comendador ayer fue el Día de las Madres y ya ni en sueños se parece a los festejos de antes, pues mire usted en mi niñez en la escuela había clases y el maestro o maestra nos permitía abandonar el salón por una hora con el propósito de llevar el regalo a nuestra progenitora, regresar y continuar con las labores docentes del día para en la tarde participar en la celebración del festival, no había convivio alguno pero eso sí, se cantaban Las Mañanitas, se recitaba una que otra poesía y en grupo dábamos la bienvenida a nuestras invitadas de honor.
Terminado el evento cada quien regresaba a casa con un agradable sabor de boca.
Así terminaba el día pero antes era riguroso el mole casero acompañado del sabroso arroz y los frijoles, el jefe de familia tomaba su lugar al frente de la mesa en tanto la festejada echando tortillas y sirviendo la comida. Para ella no había día festivo ni un lugar en la mesa, ni un refresco, bueno ni una limonada.
Terminada la comida las homenajeada levantaba la mesa y se ponía a lavar las cazuelas, los platos y darle una barrida a la cocina, después se tomaban un baño y ya muy arregladitas se iban a la escuela donde desde el director hasta el maestro y alumnos las recibían para acomodarlas en un mesa-banco a fin de que disfrutara del sencillo pero muy significativo homenaje en su honor.
Por la noche y siguiendo la costumbre tanto el jefe como la jefa sacaban sus sillas a la acera hasta que daban las nueve y todo mundo a dormir.
Cine no había, la planta de luz como así se le llamaba a la planta de electricidad principiaba a funcionar desde las seis de la tarde hasta que quince minutos antes de las doce daban el Primer Apagón, señal inequívoca de irse a dormir, pues don Julián como responsable del dinamo no se pasaba un solo minuto después de la medianoche.
Era entonces cuando el pueblo se quedaba a oscuras y sólo don Julián que también fungía como velador recogía sus tiliches para irse a descansar. Al día siguiente ya lo veíamos desde las cinco de la mañana barriendo el frente de la presidencia y la calle como si un día antes no hubiese sido festivo.
A las ocho de la mañana principiaban a llegar las autoridades y el personal de oficina a limpiar sus respectivos escritorios, la gente con asuntos que atender se hacían presentes y a trabajar como Dios lo manda en tanto que los vecinos ya habían barrido y regado la calle, las tiendas de don Héctor García Herrera como las de don Valentín González, don Bonifacio Gutiérrez, don Guadalupe Villarreal y la de doña María González “La Turista”, así como el molino de don Chavano habían abierto sus puertas para comenzar a vender los huevos, la leche, las tortillas, la masa y el trozo de chorizo para almorzar a la carrera porque caray los maestros como los padres no perdonaban a sus hijos y alumnos faltar a clases. Era un nuevo día y del festejo a La Madre solo quedaban el comentario y el recuerdo…Así eran todos los días incluyendo el día de las mamás, pues para ellas no había descanso alguno; hoy son muy distintos a los de hace sesenta y cinco años y solos los viejos como yo recordamos con nostalgia y orgullosamente esos ayeres. Qué tiempos aquellos Señor don Simón.
Para concluir con este comentario permítanme informarles que será mañana jueves 12 de mayo, alrededor de las 16:00 horas cuando por primera vez el Vergel de Tamaulipas, según tengo sabido, concentre a más de 5 mil personas para recibir al candidato al Gobierno del Estado Baltazar Hinojosa Ochoa. La cita será en el Campo Deportivo 20 de Noviembre, lugar al cual asistirán el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia Municipal Pedro Javier Muñiz Camacho, como al candidato a diputado José Gudiño Cardiel así como líderes de todas las
comunidades rurales de ese lugar incluyendo a mi compadre Alfonso Roque Rodríguez.
HASTA MAÑANA Y BUENA SUERTE.




