CIUDAD DE MÉXICO.- Lamento mucho la partida de Rubén. Primero, porque era un gran amigo. Él estuvo con Roberto desde el principio de su carrera en televisión. Y después de que el programa se dejó de transmitir, en 1995, siempre nos frecuentamos.
Rubén iba a la casa, comíamos juntos, nos quedábamos platicando por horas. Rubén y Édgar Vivar eran los más cercanos a nosotros y de Rubén sólo puedo decir cosas lindas, porque era un hombre muy generoso y bueno. Era un esposo fiel y amoroso, un gran padre y un excelente amigo. Ya pude hablar con Chelita, su esposa, y darle el pésame. Afortunadamente, tuve la oportunidad de ver a Rubén hace poco y de pasar un día entero con él, de platicar, de convivir y de decirle cuánto lo quería. hasta cantamos juntos «Los Cursis» con mariachi, por eso, estoy tranquila, porque pude abrazarlo y hacerle saber todas las cosas bonitas que hay en mi corazón para él.
Pero además, esta partida me revive la pérdida de Roberto, de la que aún no me puedo recuperar. Es inevitable pensar que se está acabando una era, donde había creatividad, amistad, muchas cosas valiosas, porque éramos como una familia, con todo lo que hay en las familias, hasta discusiones, pero siempre se pudo resolver, pues Roberto era un líder que supo cómo mantenernos unidos a pesar de nuestras diferencias.
Le mando mi más sentido pésame al público, pues ellos son parte de esta bonita vecindad, porque amaban al Profesor Jirafales y esta pérdida es de todos, de más de cuatro generaciones que han disfrutado el programa de Chespirito en toda Latinoamérica y que nos siguen regalando su cariño.
Decir adiós, sería tonto, un hasta pronto sólo será. Nos encontraremos algún día. Esa es mi esperanza, volver a verlos en un lugar mejor, a Roberto, a Rubén, Angelines, Ramón, el «Chato» Padilla, a todos, pero mientras la gente nos recuerde y nos quiera, seguiremos vivos en su corazón.
Adiós, querido Profesor Jirafales. Le guardaré una taza de café para siempre.
