Todos estos días estuve fuera de mis ojos pero no de las crónicas. En días pasados asistimos a la presentación de los 9 volúmenes que integran la Enciclopedia de Tamaulipas, sus Municipios y Regiones obra toral para el conocimiento de nuestro estado colocado en el vértice de la patria, en una patria de desconsuelo y de tragedia, y que obras como la realizada por el Dr. Octavio Herrera, son sustancia y aliento de lo que somos como territorio de luchas y adversidades.
Fue el bellísimo Teatro Amalia Caballero de Castillo Ledón, donde se dieron cita autoridades y público en general para reconocer, sentir, el trabajo de Octavio Herrera, que se ha atrevido penetrar en el “abujero negro” de la historia del noreste, en una gran investigación en archivos, voces, que definen el rostro de este estado. En la investigación concurren los apoyos indiscutibles del Grupo Milenio, y el Gobierno del Estado de Tamaulipas, a través del ITCA.
Una obra que consolida a un historiador de la talla de Octavio Herrera, a quien conocimos en sus años mozos, a la saga inteligente de Juan Fidel Zorrilla y el Padre Carlos González Salas, que intuyeron en el joven de Matamoros su ímpetu, su inquietud y gusto por la historia, brindándole el Instituto de Investigaciones de la UAT, el suelo fértil para su camino de investigador, bajo la tutela reconocible de sus dos grandes maestros a quienes Octavio hizo con humildad intelectual reconocimiento.
Esta nota, podría ser un aderezo social, pero no es así, es una admiración al trabajo de Octavio y sus colaboradores, como el apreciado historiador Rodrigo Vera, y la propia esposa de Herrera, que entregaron muchas horas de trabajo, muchísimas cuartillas para levantar este edificio de nuestra identidad histórica en todas sus latitudes.
Reconocimiento a la audacia de Octavio Herrera, al amor que con apasionada visión y terca convicción consolida en este proyecto, el más importante trabajo sobre la vida y razón de ser de Tamaulipas.