Cuando de resolver un problema se trataba, el entonces gobernador del Estado, Manuel Cavazos Lerma, acostumbraba aplicar un simbolismo campesino muy tamaulipeco.
“Hay que hacerle como tejen las cuerdas de pita”, decía el matamorense, “que tienen dos puntas, porque se tejen dos piezas por separado y al mismo tiempo y luego las unen…”
¿Por qué la remembranza?
Sucede que esa visión cavacista parece ser hoy el camino que prácticamente por obligación tienen que seguir en estos lares los priístas para tratar de reorganizarse, en el objetivo de que algún día –el Diablo sabrá cuándo– tengan lo necesario para retornar al poder estatal.
Le diré, si me permite, el origen de esta percepción personal.
Hasta ahora, el Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas ha dedicado casi todo su tiempo a hacer cábalas sobre quién será su nuevo pastor en los tiempos que le corresponda ser oposición, habida cuenta de que por primera vez en nuestra patria chica no será el gobernador quien le marque el rumbo.
Es indudable que definir a su líder estatal es una prioridad para el priísmo, pero precisamente como pasa con las mencionadas cuerdas de pita, le resulta indispensable trabajar en dos frentes en forma simultánea, los cuales rivalizan en importancia.
Al parejo de elegir a su nuevo dirigente estatal, al PRI le urge recomponer a sus comités municipales, niveles en donde apenas dos o tres de sus presidentes locales –Tampico y Matamoros son ejemplos– sudaron realmente la camiseta para sacar adelante a su establo en las elecciones recién efectuadas.
El resto se echó a la hamaca y esperó que desde Victoria les resolvieran todo, con el para ellos conocido balance trágico.
Y esta duda les debería quitar el sueño:
¿De qué le servirá a ese partido, si es que lo puede conseguir, un general de cinco estrellas, avezado en el combate cuerpo a cuerpo y viejo lobo de mar en enfrentar tormentas, si va a tener bajo su mando a capitanes y oficiales sin ánimo, negligentes y muchos de ellos con artritis física y mental?
De nada, porque un hombre o una mujer si es el caso, poco podrá hacer en el papel de guerrero solitario frente a la que sin duda será ya en el poder estatal una aceitada máquina política durante los próximos seis años. ¿O doce?… ¿O dieciocho?
Ojalá encuentre el PRI a su general y a sus 43 oficiales en Tamaulipas.
No lo deseo por simpatía partidista, sino porque como todo en la vida, en la política también son y serán siempre necesarios los equilibrios para que la sociedad tenga ante sí opciones de decisión. De la misma manera que Acción Nacional logró un triunfo legítimo e inobjetable por ser una sólida alternativa, es saludable que como establece una de las leyes de Newton, a toda acción corresponda una reacción.
Y para dar un ejemplo, citaré un paralelismo futbolero.
Soy un detractor histórico del club América. Me complace verlo perder ante mis equipos favoritos, el Cruz Azul y el Guadalajara –se vale llorar– pero también siempre he tenido la certeza de que sin los antes “cremas”, “millonetas” y ahora “águilas”, el balompié mexican﷽﷽pi tenido la certeza de que sin los antes «o, el Cruz Azul -se onnecesarios para que la sociedad tenga ante sablo en lé mexicano no sería el mismo. Los necesitamos, por su alta calidad, por sus rutilantes estrellas y por su buen futbol. No concibo a nuestro deporte más popular sin el América.
Y me parece que en un escenario similar, México necesita al PRI, como también necesita al PAN, como alguna vez necesitó al PRD y como ahora todo lo indica, empieza a necesitar a Andrés Manuel y a su MORENA.
Y todo, por un indispensable y sano equilibrio…
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