11 diciembre, 2025

11 diciembre, 2025

Laberintos del poder

¿Dónde están?

Laberintos del poder

Es una duda permanente:

¿Dónde están?

Después de vivir un corto período dorado, lapso en el cual tocaron las puertas de una gloria que nunca llegó, hoy un nutrido grupo de políticos tamaulipecos no dan señales de vida. Para aplicar una frase coloquial, pareciera que “se los tragó la tierra”.

¿Qué sucedió con el equipo de campaña de quien fue candidato del PRI a la gubernatura, Baltazar Hinojosa Ochoa?

Casi de la noche a la mañana, pasaron de ser rutilantes estrellas políticas y protagonistas asediados de un futuro que acabó en quimera, a un “club del olvido”. Nadie los busca, nadie se preocupa por su destino y a pocos les interesa indagar sobre ellos.

Figuras inveteradas en el ámbito tamaulipeco como Antonio Martínez Torres, histórico ganador de mil batallas electorales; Luis Enrique Rodríguez Sánchez, operador que hasta en tierra ajena cosechaba triunfos; Bladimir Martínez Ruiz, movilizador de masas; Felipe Garza Narváez, reconocido diestro con el capote mediático; Javier Villarreal Terán, estratega en ámbitos empresariales; Jesús Collado Martínez, experto en lides juristas: Óscar Luebbert Gutiérrez, ideólogo fronterizo y Manuel Muñoz Cano, habilidoso trepador generacional, entre otros, están prácticamente desaparecidos en Tamaulipas.

Junto a ellos, regresaron a la oscuridad personajes efímeros como Sergio Martínez Villarreal, operador financiero a quien nadie conocía y a quien los que lo conocieron no quieren recordarlo; o Marco Antonio Solís Hinojosa, cuya huella ni siquiera alcanzó a esbozarse, porque no hablaba con nadie más que con el candidato tricolor.

Todos, junto con Hinojosa Ochoa, se levantaron de la cama el 5 de junio como nuevos soles en el Estado y despertaron al día siguiente como estrellas sí, pero apagadas.

Prácticamente todos, a excepción de Felipe Garza, quien acompañó a Baltazar en una fugaz y poco afortunada reunión con la prensa, se hundieron en las sombras.

Y disculpe la insistencia: ¿Dónde están?
Sólo algunos se mueven en las especulaciones de café. De Toño Martínez aseguran que está recluido en su casa, donde aún no se repone del tropiezo; Felipe Garza intenta retomar la PROFECO y mueve algunas palancas con ese fin; Muñoz Cano sigue cobrando como servidor público en Chiapas, donde nunca dejó de estar en la nómina; Luis Enrique Rodríguez se refugió, dicen, en San Luis Potosí, en donde podría asumir una delegación federal. De Óscar Luebbert tiene tanto dinero que perder un sexenio y hasta dos le preocupa poco menos que a Pepito la bomba nuclear.

Los demás, todo lo indica, están escondidos. No quieren salir a la luz del sol. Y la pregunta es:

¿Es por depresión, por miedo o por vergüenza?
 
CUANDO SE QUIERE…
Me complace ver que a pesar de la tormenta política priísta, hay alcaldes que no pierden el paso. Uno de ellos es el de Altamira, Armando López Flores.

El edil es una muestra de que la falta de dinero propio no es argumento válido para echarse a la hamaca y ver pasar el tiempo. A falta de recursos, como sucede en todos los ayuntamientos en esta etapa final de sus respectivas administraciones, López Flores ha fortalecido a la gestión como alternativa y gracias a esa tónica sigue impulsando beneficios.

El más cercano, el logrado con la SEDATU, quien a instancias del ayuntamiento acaba de entregar certificados de ampliación para hogares del mismo número de familias
altamirenses.

Cuando se quiere, se puede…

Twitter: @LABERINTOS_HOY

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