Finalmente ayer rindió protesta Enrique Ochoa Reza como nuevo dirigente nacional del PRI, en un proceso a la antigua, como en los viejos tiempos, como en los tiempos del partidazo, como en los tiempos del carro completo; solo que ahora son los tiempos de las alternancias, las vacas flacas en el tricolor, los tiempos de las grandes derrotas.
Así es mis queridos boes, la de Ochoa Reza, pinta para ser una gestión tricolor agridulce, más agria que dulce por cierto, porque se da en plena crisis de un partido que sorprendió en el 2012 con un triunfo rotundo y que ahora sorprende con derrotas históricas y un rechazo popular sin precedentes.
Hay que comenzar comentando que Ochoa Reza es casi un desconocido en el país, muchos dirigentes estatales, líderes de sectores y organismos del mismo partido supieron de su existencia cuando desde Los Pinos salió la orden para que se le destapara.
Me pregunto, si los propios líderes del tricolor en los estados no lo hacían en este mundo, pues el resto de los mexicanos a los que se supone el señor Ochoa Reza va a tener que convencer de que vuelvan a confiar en el PRI pues mucho menos lo tienen en mente.
Entonces la primera tarea del dirigente nacional del PRI es hacer que en México lo conozcan, claro que la oposición le dará una ‘ayudadita’ porque seguramente le recodarán al pueblo que es el que acaba de aumentar la luz un 8 por ciento.
Pero arriba decía que la gestión de Ochoa Reza pinta para ser a la antigua y es porque aunque es un joven maduro, sus primeras apariciones muestran que dentro de si hay un viejo retrógrada.
Tiene que serlo para asegurar que el mayor activo del PRI nacional es el presidente Enrique Peña Nieto.
“Tenemos el mayor activo de todo esto, tenemos al presidente de la República, tenemos las políticas públicas que ha impulsado el presidente Enrique Peña Nieto y tenemos que explicarlas mejor”, así lo dijo.
Pensar que Peña Nieto es el mayor activo del PRI es no reconocer que el presidente tiene menos de un 30 por ciento de aprobación ciudadana y que por ende podría ser considerado como el mayor lastre para el partido que desde ayer dirige el ex director de la CFE.
Tiene que ser un joven viejo cuando no logra captar que a los ojos de la opinión pública es Peña Nieto uno de los principales señalados en el tema de la corrupción por la casa que su esposa tiene en Polanco y se atreve a sugerir que los gobernadores deben rendir cuentas y los amenaza hasta con pedir su destitución.
«Es inaceptable tapar el sol con un dedo: debemos reaccionar», dijo ayer, «Tenemos que ser un partido que señale la corrupción de los Gobiernos emanados de nuestras filas, que exija su fiscalización e incluso su destitución».
La de Ochoa Reza es también una ‘designación’ como en los viejos y buenos tiempos del PRI, porque se da bajo el método del ‘dedazo’ al que estaban acostumbrados los priistas del siglo pasado y nadie respingaba.
Hoy su designación fue todo menos tersa, hay ya al interior de ese partido una especie de rebelión que tuvo como punta de lanza la intentona de jugarle la dirigencia con Hugo Díaz-Thomé al que la dirigencia descalificó para no fastidiar al delfín de Peña Nieto.
Pero anoten ustedes que en la resistencia hay personajes como: Dulce María Sauri, Francisco Labastida, Ulises Ruiz y Ricardo Aguilar, que podrían no sólo significar una roca en el camino del nuevo dirigente, sino incluso descarrilar su proyecto.
Pero haya sido como haya sido, Enrique Ochoa Reza es ya dirigente nacional del PRI, va a batallar para ser el líder nacional, porque el liderazgo no lo da un nombramiento, no puede ser líder quien ni siquiera es conocido por sus agremiados, no puedes ser líder de un partido quien ni siquiera ha ganado algo en las urnas, no puede ser líder de un partido quien incluso hace años negó ser miembro de dicho instituto.
La tarea es doble para Ochoa Reza, porque mientras logra que lo conozcan también va a tener que organizar cuatro elecciones del año que entra, entre ellas la del Edomex donde de perder podría despedirse de Los Pinos, tendrá además que comenzar a contener los ánimos de una adelantada sucesión presidencial que tendrá en puerta para el 2018.
No sé cómo podrá evitar que Peña Nieto siga cayendo en la aprobación de los mexicanos, que los asuntos económicos cada vez más adversos sigan sumando el rechazo a su PRI, al que hoy las encuestas ubican en un tercer sitio rumbo al 2018 y con negativos de más del 70 por ciento… Si el chapulín colorado viviera tampoco podría ayudarlo.
Alejandro Guevara en primera fila…
Por cierto seguro lo habrán notado, el Diputado Federal Alejandro Guevara del PRI ha vuelto a tomar cámara en los últimos días. Ayer había fotos de él con el nuevo presidente del PRI a quien felicitó al final del evento, pero también con Aurelio Nuño, Claudia Pablovich y hace una semana acompañó a Peña Nieto en su gira por San Luis. ¿Será una señal?.
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