26 diciembre, 2025

26 diciembre, 2025

Apapachan a 624 abuelitos ‘centenarios’

Los tamaulipecos mayores de 95 años de edad radican principalmente en los municipios de Tampico, Victoria y Reynosa, y reciben atención especializada por parte de los trabajadores del Programa +65

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Tamaulipas cuenta con 624 adultos mayores considerados «centenarios», en edades de 95 a 100 años, y se ubican principalmente en 17 municipios de la entidad.

En estas estadísticas destaca Tampico como el municipio que posee mayor cantidad de ellos, le siguen Victoria en segundo lugar y Reynosa, en tercero.

Javier Acebo, Coordinador del Programa +65, comenta que el programa de pensión para adultos mayores, mejor conocido como 65 y más, tiene un segmento de 624 abuelos tamaulipecos mayores de 95 años de edad.

«A ellos les damos una atención especializada, vamos a sus hogares y ahora estamos en una campaña de validación para identificar como viven, si aún pueden hacer su supervivencia o tienen algún representante. Tenemos detectados abuelos con más de 100 años y en Matamoros tenemos al abuelo más grande de la entidad con 120 años cumplidos, lo conocimos hace dos años en uno de los operativos de pago», explica Javier Acebo.

El apoyo que reciben los abuelos integrados al programa 65 y más es de 1 mil 160 pesos bimestrales a través de tarjeta o de manera directa en efectivo.

Los abuelos que adquieren este beneficio en su vejez no tienen otro tipo de pensión y si la tienen debe ser menor a 1 mil 092 pesos mensuales.

En su mayoría los abuelos del programa 65 y más no tuvieron en el esplendor de su vida un trabajo fijo, de este modo se les otorga una pensión universal que ayude a los gastos del beneficiario.

Parte de esta base de datos sirve también para integrarlos al Seguro Popular o fomentar la alfabetización.

Con base en la observación y la experiencia que le proporciona su trabajo al frente del programa 65 y más. Javier Acebo, Coordinador del programa visualiza que la pirámide población esta invertida.

Hace tres años tenían el registro de 50 mil tamaulipecos mayores de 65 años de edad y en tres años, la cifra ha llegado a 150 mil beneficiarios.

El ochenta por ciento de ellos están bajo el cuidado de algún familiar y el 20 por ciento al cuidado de alguna persona de confianza, incluso vecinos.

«Nos hemos encontrado con historias de todo tipo, historias muy agradables, hasta historias difíciles, la verdad que cuando los adultos mayores llegan a las ventanillas y tenemos oportunidad de saludarlos y verlos, nos percatamos que muchos son atendidos por sus nietos o sus hijos, otros son olvidados y hasta el vecino es el representante, pero en su mayoría el 80 por ciento de las familias cuidan a su adulto mayor. Difícilmente tenemos contacto con los 152 mil beneficiarios, pero es lo que hemos observado».

 

 

Delfina, la prima de Mariano Mejía

Delfina Mejía Cruz, es una de los 624 abuelos centenarios en Tamaulipas, ahora vive en Victoria a lado de uno de sus dos hijos.

Nació en Miquihuana y pasó la época Carrancista oculta en una cueva junto a tres hermanos más.

«Mi padre nos llevó a vivir allá porque quería protegernos a mi hermana y a mí de los revolucionarios, decían que eran malos. Comíamos ratas, mi padre las llevaba limpias, las ensartaba en un palito y luego se cocían en la lumbre. Nos bañabamos porque se hacían pozas de agua con la lluvia, ahí donde tomaban agua los animales también nosotros nos bañabamos. Pero para tomar agua traíamos de otra parte».

Delfina se casó grande, fue madre hasta casi los 40 años de edad, calcula su hijo y su nuera.

Se cree que tiene más años de vida, pero esta registrada en 1915, según los documentos oficiales. Y entre la familia saben que ella recuerda un eclipse que ocurrió en el año 1918.

El abuelo, de doña Delfina, vivió junto a la familia en la cueva y al sobrevivir los movimientos revolucionarios, logró contar en la tierra 130 años.

Quien no gozo de logevidad fue su madre, quien murió cuando el menor de sus hermanos tenía sólo 4 meses de vida.

«Yo intentaba darle el biberón pero el pobrecito no lo quería y yo no hallaba como hacer para que comiera y dejara de llorar. Así que se me ocurrió darle chorritos con mi boca bien limpia y así aceptó la leche. Lo vi crecer se crió ese niño y a él, Carlos y Tereso, mis otros hermanos menores, los vi grandes».

Delfina recuerda también a Mariano Mejía, ese hombre del corrido «Valentín de la Sierra», que hizo famoso Antonio Aguilar.

«Yo recuerdo cuando bajaron a Valetín, estaba en una sierra más para allá de Miquihuana. Lo fusilaron y lo pusieron como en una mesa y lo paseaban ya muerto por las calles. Lo dejaban un rato en una esquina y avanzaban un poco más y lo dejaban otro rato en la otra, como para que el resto de los hombres viera lo que les pasaba si andaban de rebeldes. Recuerdo que sus pies estaban carcomidos tal vez por los animales. Pero el General Mariano Mejía, del corrido, era sobrino de mi padre».

Doña Delfina se encuentra en perfecto estado de salud. Por la edad ha perdido el ojo derecho, se le ha desprendido su retina.

Pero los brazos demuestran la fortaleza de una mujer de trabajo que andaba en medio de la parcela arreglando los cercos, la misma que hacía delicadas tortillas o que ponía el nixtamal y cuidaba niños.

 

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