CIUDAD DE MÉXICO.- Si crees que las emociones no afectan lo suficiente como para acortar tu vida, debes saber que un estudio reveló que la depresión y el estrés no solo dejan un rastro palpable en nuestro rostro, sino que contribuyen a acortar nuestra longevidad.
Realizado por investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana (EE.UU.) y el Instituto de Investigación Scripps especializado en biomedicina, realizaron un experimento con gusanos Caenorhabditis elegans (o C. elegans), unas lombrices transparentes que poseen un entorno bioquímico similar al de los seres humanos y por ello representan una herramienta de muy interesante para el estudio de la biología del envejecimiento, los científicos identificaron una serie de genes que pueden modular los efectos del estado de ánimo y una respuesta -positiva o negativa- para el estrés en nuestra vida útil.
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Concretamente, el estudio describió un gen conocido como ANK3 como jugador clave en la longevidad: “Estábamos buscando los genes que pudiesen estar en la interfase entre el estado de ánimo, el estrés y la longevidad. Hemos encontrado una serie de genes implicados en los trastornos del estado de ánimo y trastornos de estrés que también parecen estar implicados en la longevidad”, aclara Alexander B. Niculescu III, líder del estudio.
El experimento continuó cruzando los resultados del C. elegans con genes humanos asociados a síntomas depresivos en los seres humanos. En total se utilizaron más de 700 muestras de sangre de pacientes con diagnóstico de trastorno psiquiátrico, descubriendo que aquellos que habían muerto por suicidio, por ejemplo (donde los resultados fueron muy contundentes), los niveles de expresión del gen ANK3 eran significativamente más altos que en otros individuos.