Es la primera vez que me entero de una información de ese tipo. Y sobre todo, con esas implicaciones.
Ayer, la Contralora del Estado, Gilda Cavazos Literas, dentro del anuncio de una serie de separaciones de sus cargos de un gran número de burócratas en ese orden gubernamental, reconoció que por lo menos nueve de ellos fueron cesados por faltas graves.
El calificativo de grave no es desorbitado. Entre las causas de los despidos están, conforme a lo declarado por la funcionaria, la comisión o por lo menos vinculación, con delitos del tamaño e impacto del tráfico de drogas y otros ilícitos encuadrados dentro de la delincuencia organizada.
Uff.
Lo anterior confirma circunstancias que todos manejan en el “tú a tú” o en grupos de café, pero que hasta ahora nadie se atrevía a ponerlo sobre la mesa como lo hizo la Contralora. La referencia es obvia: La infiltración de esa clase de ilegalidad en los estratos oficiales.
Esta acción abre la puerta a dos posibilidades en lo relativo a la reacción de las autoridades. La primera y la más deseable, es que se hagan más rigurosos los filtros y controles de los diferentes órdenes de gobierno sobre los servidores públicos, para por lo menos reducir las posibilidades de ese problema. La segunda –muy usual– es fingir que la virgen les habla y volver la vista hacia otro lado en seguimiento de la vieja frase popular que asienta que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
El escenario ya fue planteado en forma valiente por la Contralora. Falta saber, sobre lo cual externo mis dudas, si ese mismo valor y responsabilidad social lo ha tenido la Procuraduría General de Justicia del Estado para investigar esas infracciones a la ley…
Una alcaldesa “picuda”
¿Es un golpe efectista?… ¿Es una decisión real de frenar a la delincuencia?
Ayer también, la presidenta municipal de Matamoros, Leticia Salazar, concentró a todos los oficiales de Tránsito en las instalaciones de la dependencia, con el argumento de investigarlos sobre posibles nexos con el crimen organizado.
Las dudas sobre esta acción nacen de lo que es indudable sabe la alcaldesa y que ella misma lo expuso. Su mandato concluye el 30 de septiembre y se arriesga a que este “acuartelamiento” quede en el papel de las buenas intenciones, por lo que podría ser sólo una medida final “para quedar bien”.
Pero hay otra lectura.
Si la administración entrante encabezada por Jesús de la Garza Díaz del Guante no se sostiene en una postura similar y continúa con las investigaciones sobre esos presuntos delitos, quedará en evidencia que el combate a la inseguridad fue material sólo para discurso de campaña.
Vaya trompo a la uña que deja la alcaldesa. Un dolor de cabeza para muchos, pero también sin duda otra mujer valiente…
El tiempo lo dirá
Se ha dicho hasta el cansancio: en la política no existen casualidades.
Con apego a esa frase, pensar que fue fortuito y “al ahí se va” el encuentro entre el presidente Enrique Peña y el candidato estadounidense Donald Trump, riñe con el sentido común.
¿Qué es lo que no sabemos los mexicanos sobre ese diálogo?
No tengo duda de que más temprano que tarde lo sabremos. Y entonces, sólo entonces, podremos definir si esa acción fue un evento razonado o como casi todos coinciden, una soberana estupidez…
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