El verbo es haber, el modo subjuntivo, los tiempos imperfecto y pluscuamperfecto, las personas primera y tercera del singular.
La palabreja importa como instrumento de crítica sin duda necesario para explorar qué pudo ocurrir en caso de modificarse una o más variables de un hecho noticioso. En esa medida, el hubiera sí existe.
El camino elegido por ENRIQUE PEÑA NIETO para reunirse con DONALD TRUMP estaba muy lejos de ser el único. Tenía margen de maniobra.
En algún momento de las competencias electorales, los candidatos presidenciales en todo el mundo conversan con líderes de otros países, dentro o fuera de su línea fronteriza.
La diferencia con TRUMP sería esa actitud majadera, beligerante, agresiva que ha sostenido de manera sistemática hacia nuestro país.
¿Ello nos impedía invitarlo?
No, pero si nos marcaba pautas inevitables en caso de que quisiéramos recibirlo. Si nos insultó, lo mínimo era pedirle públicamente una retractación, aún a sabiendas de que jamás lo haría. Nomás para marcar distancia, salvar la honra y hacer valer la memoria.
Enemigo jurado
Es también un error de PEÑA el calificar los dichos de TRUMP como “malentendidos” o “malinterpretaciones” (malas interpretaciones, sería la expresión correcta).
Esto equivale a responsabilizar a los mexicanos de un equívoco, decir que juzgamos mal los dichos del magnate.
Me remito al recuento elaborado por la revista NEXOS donde compila una larga lista de agresiones verbales perpetradas por el personaje en el último año.
Insultos que se suceden uno tras otro, con una claridad tal, que no dejan margen a “malentendido” alguno.
Este es el link: http://www.nexos.com.mx/?p=29292
En comentario para la televisión, el director de NEXOS, el escritor HÉCTOR AGUILAR CAMÍN, se refirió a la decisión presidencial de invitar a TRUMP como “un grave error político”, aunque hizo una ponderación muy interesante sobre el evento.
-“Estuvo a unas cuantas palabras de ser un gran acierto”, advierte AGUILAR si además del saludo, PEÑA NIETO al menos hubiese aclarado a su visitante que los insultos a los mexicanos son inaceptables y la sola idea de construir un muro también la recibimos los mexicanos como un insulto.
Qué y cómo
El lugar también importa. No le faltaban pretextos al presidente para viajar este septiembre al vecino país (la asamblea anual de la ONU, por ejemplo) cumplir algún protocolo oficial y, en paralelo, buscar encuentros con HILLARY y DONALD.
Hacerlo en Los Pinos incrementó el costo político. En la misma línea del “hubiera”, cabe pensar que en tiempos de LÓPEZ MATEOS, ECHEVERRÍA o LÓPEZ PORTILLO, los disparates de TRUMP habrían provocado una respuesta multitudinaria.
Grandes marchas de centrales sindicales y campesinas, desplegados de prensa y declaraciones a todo lo ancho de la clase política buscando lavar la afrenta del gigante imperial con discursos del más flamígero nacionalismo.
Debo aclarar, no estoy diciendo aquí que esta sea la manera adecuada de reaccionar ante afrentas así.
Hago el apunte para señalar cómo han cambiado las cosas en este país y hasta dónde se ha ido anulando la sensibilidad patriótica en aras del pragmatismo.
No es con demagogia como se debe responder, aunque sí con firmeza. Revelador que el posicionamiento público de EPN se haya reducido a un puñado de tuits.
En medios cercanos a Los Pinos se dice que la cita con TRUMP se apreciará en su justa medida cuando venga HILLARY y podamos ver la película completa.
Cabe como expectativa. Sin embargo, en el hoy por hoy, el republicano llevó agua a su molino y redoblo su agresividad contra México en cuanto regresó a su campaña, en Arizona. Dicen que en los detalles se esconde el diablo. El presente episodio es buen ejemplo de ello.
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