Por el manejo político-informativo que tendrán en los temas claves de la realidad que se vive en Tamaulipas, las oficinas más estratégicas del cabecismo, serán: la Secretaría General de Gobierno, Procuraduría de Justicia, Seguridad Pública y Comunicación Social. Estas cuatro dependencias, necesariamente tendrán que estar en la capital
y no ser descentralizadas, como al parecer ocurrirá con las del tema económico.
El hombre fuerte de la política interior tamaulipeca, de no ocurrir algún cambio, será el ex dirigente estatal del PAN César Verástegui Ostos. En la Procuraduría de Justicia aún no se mencionan nombres, y en la Secretaría de Seguridad deberá tener una formación militar, (marina o el Ejército). En lo que se refiere a Comunicación Social, sigue firme el nombre de Francisco García Juárez.
De este grupo, dependerá, en gran parte, que el sexenio de la alternancia, inicie con el pie derecho. Obviamente, todas las dependencias serán importantes, y para nadie es deseable un diseño de triada, estilo Peña Nieto. Sin embargo, para efectos de opinión pública, al menos en el despegue, la atención ciudadana estará centrada en estos cuatro.
Capitalismo de cuates e inseguridad en Tamaulipas
De acuerdo a la antropóloga Annelise Riles y uno de sus planteamientos escritos, el año pasado en el Financial Times, denominado, “Los Líderes de Negocios de la Actualidad, no son Capitalistas”, los cuadros ejecutivos de la burguesía bancaria y financiera actual, no son reclutados por sus capacidades empresariales, o su instinto de riesgo, sino por su cercanía y amistad con la alta burocracia gubernamental.
Para la banca, es mucho mejor, asegurar el éxito de las ganancias, vía conexiones gubernamentales, que aventurarse al riesgo propio del mercado capitalista.
Según el libro “Slim, Biografía Política del Mexicano Más Rico del Mundo”, escrito por Diego Enrique Osorno, se señala como entre los grandes magnates estadounidenses como Bill Gates o Warren Buffet, se critica el hecho de que, la riqueza de su homólogo Slim en México, se logró gracias a condiciones protegidas y relaciones de amistad con el gobierno de Salinas.
“En la actualidad, -dice Riles en su artículo del Financial Times-, el capitalismo no busca construir mercados libres, como lo afirma el librito neoliberal, sino de obtener la mayor cantidad de privilegios y de concesiones, del Estado.
El sexenio peñista, parece estar permeado por el autoritarismo y la corrupción. Ahí están los casos de las casitas blancas y cosas por el estilo.
Aquí en Tamaulipas, es un hecho que, aparejado al contratismo y al privilegio, se da una sistemática represión, hacia los sectores de la clase media y media baja, donde se ubican los pequeños y los medianos empresarios. Todos ellos son objeto de una despiadada y prepotente política fiscal, y por la otra, de las llamadas cuotas impuestas por los grupos delincuenciales.
Bajo esta situación, totalmente insostenible, los próximos años de la realidad tamaulipeca, se perciben entrampados, pues aquí, a los vicios propios del llamado contratismo y capitalismo de amigos, se añade, la amenaza latente de la violencia y de la extorsión.
La sociedad tamaulipeca, y con especial énfasis, la victorense, necesita urgentemente de espacios libres para invertir, y para crear empleos; requiere de mayores alternativas.
Pero sobre todo, que alguien la saque de ese top ten desafortunado, de figurar entre las diez ciudades más violentas del país… y del mundo.
Cazadores de sexenios
Ellos no aparecen en los espacios baratos de la grilla o de la política. Se manejan como una aristocracia moderna. Sobresalen por ser discretos, fríos y cerebrales. Son herederos flemáticos der Weetman Dickinson Pearson, el contratista inglés, consentido del porfiriato, aquel que acaparó las mayores obras públicas de la dictadura, en los inicios del siglo XX.
El hombre devoraba los temas más suculentos. Desde petróleo, minas y ferrocarriles.
Aquí en Tamaulipas, los llamados cazadores de sexenios, ya empezaron a moverse, tratando de trascender el cambio político, y mantenerse en la lista de los grupos de contratistas privilegiados. Obras públicas y compras, en temas como la salud, la educación e insumos para la inseguridad, se perfilan, entre los más cortejados.
Protagonistas y escenarios
Gustavo Alberto Rivera Rodríguez, es, sin duda, uno de los activos políticos más relevantes del priísmo actual que no fue aprovechado suficientemente por la administración estatal saliente. Figuró entre los operadores claves del equipo almaracista.
Y acaba de dar, una muestra de lealtad y congruencia hacia el equipo político que casi concluye en Tamaulipas.
