6 diciembre, 2025

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Laberintos del poder

Un viejo proyecto nuevo

Laberintos del poder

La idea no es nueva.

En el mandato de José López Portillo, los asesores del ex presidente le aconsejaron la reubicación de algunas Secretarías de Estado. El argumento era que de acuerdo a las funciones de éstas, deberían estar cerca del área bajo su responsabilidad y competencia.

Entre las secretarías incluidas en aquel proyecto, estaban la en ese entonces de Agricultura y Recursos Hidráulicos, la de Marina, la de Comercio y Fomento Industrial y hasta lo que todavía era Departamento de Turismo, entre algunas más.

En el papel, parecía una decisión apropiada. Hasta que un análisis más a fondo echó por tierra el plan.

La dispersión de esos satélites del Ejecutivo, se concluyó, causaría más problemas que beneficios, porque en muchos casos hubiera por lo menos quintuplicado los costos y tiempo para realizar trámites, gestiones y acuerdos que requerían el involucramiento de tres, cuatro y hasta cinco ministerios. Empresarios, sindicatos, la sociedad en general y muchos políticos también, pusieron el grito en el cielo ante esa posibilidad y López Portillo optó por dejar en una gaveta la fallida desconcentración.

¿Podría tener los mismos efectos negativos en Tamaulipas el proyecto similar anunciado por César Verástegui, virtual –por lo menos él no lo ha negado– Secretario General de Gobierno en la inminente administración de Francisco García Cabeza de Vaca?

Al contrario de lo sucedido hace 40 años, en el Estado hoy podría ser una medida exitosa. La diferencia del presente con ese ayer estriba en el desarrollo de la tecnología, gracias a la cual ya no se requiere en una gran diversidad de acciones –como sucedía en los tiempos lopezportillistas– la presencia física de los protagonistas. Conferencias en línea, firmas digitales, archivos y datos disponibles en la red y otros adelantos similares, hacen mucho más factible una descentralización como la que proyecta aplicar el nuevo gobierno, con lo cual se ganaría en eficiencia.

Desde esa óptica, me parece que las posibilidades de un saldo positivo en esta idea local actualizada, son más altas que sus antecedentes federales. Salvo por un factor.
Es un aspecto que poco o casi nada ha cambiado en un montón de décadas: el humano.

El empleado gubernamental, eufemísticamente llamado servidor público, sigue en gran parte en muchas actividades –debe haber honrosas excepciones– anclado en el pasado.

A pesar de los innumerables programas de capacitación y calidad laboral que desde la administración de Manuel Cavazos Lerma se han llevado a cabo sexenio tras sexenio, no se
ha logrado erradicar el burocratismo y en muchos casos la lentitud de la tramitología aún exaspera a un santo.

Todos lo sabemos y lo hemos sufrido: La vertiginosa velocidad de una computadora se estrella ante la pereza de algunos burócratas que no quieren ni siquiera apretar el botón de “enter”.

No sé quiénes serán los nuevos titulares de las Secretarías que de acuerdo a la versión extraoficial serán reubicadas, pero entre las primeras tareas que les deben ocupar será el que esa desconcentración arroje en los hechos una auténtica celeridad en las decisiones gubernamentales.

No hay duda: contarán con la ciencia como aliada. Donde sí no hay certeza, es en si lograrán cambiarles el esquema mental a miles y miles de trabajadores que ven a sus plazas sólo como una manera de ver pasar el tiempo y no como el supuesto servicio que se debe prestar a la sociedad.

Disculpe el escepticismo, pero de proyectos como éste mucho se ha hablado y se ha escrito. Y siguen siendo una incógnita…

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