Era 1994, casi en el inicio del mandato de Manuel Cavazos Lerma.
De ese tiempo, han pasado 22 años de la que fue llamada “Guerra del Agua” entre Tamaulipas y Nuevo León, provocada por la construcción de la presa “El Cuchillo”, autorizada por el presidente Carlos Salinas de Gortari como concesión graciosa a sus paisanos por adopción.
Fue una ríspida experiencia interestatal que ocasionó –espero no caer en una omisión– la única marcha pública de protesta que un gobernador tamaulipeco ha encabezado. Partió de la Liga de Comunidades Agrarias en Victoria y terminó en los juzgados federales, en un intento fallido de solicitar un amparo contra la operación de ese vaso, que desvió agua destinada al distrito 026 para llevarla a la zona metropolitana de Monterrey. Resultó fallido, porque ningún juez estaba en funciones en esa tarde.
Parecía que la sangre llegaría al río por la posibilidad de una reacción violenta de los productores tamaulipecos, pero el entonces omnímodo poder presidencial obligó a Tamaulipas a aceptar un acuerdo mediante el cual Nuevo León regresaría por lo menos el 80 por ciento del caudal sustraído, en aguas tratadas para la agricultura mediante tres plantas que su gobierno levantaría.
La primera de ellas, llamada Dulces Nombres, fue motivo de una reunión entre gobernadores –Sócrates Rizo por N.L.– para inaugurarla. Todo parecía bien, pero el engaño afloraría en los meses y años siguientes. Nuevo León no regresó ni el 30 por ciento del líquido tratado y los agricultores tamaulipecos pagaron las consecuencias con el desplome de cosechas en tierras que eran un paraíso productivo. Un engaño que quedó en la impunidad, gracias a un abuso presidencial y al valegorrismo del gobierno nuevoleonés.
Y hoy, otra amenaza en ese sentido aparece. Con la misma presa pero con un nuevo acueducto.
La causa, como se dio a conocer ayer, es la cancelación casi definitiva del acueducto que llevaría agua del Pánuco a Monterrey y sus alrededores, por decisión del gobernador vecino, Jaime Rodríguez Calderón, quien canceló un negocio, pero todo indica que para preparar otro en donde intentan colgarle una nueva etiqueta de víctimas a los tamaulipecos.
¿Y ahora qué otro engaño se prepara?
¿Volverán a prometer que devolverán el agua tratada cuando ni siquiera levantan las plantas para cumplir el anterior compromiso?
Pueden aventurarse diversas especulaciones sobre el tema, pero la historia muestra que los “regios” –para decirlo en lenguaje campesino– se llevan cercas cuando de imponer sus intereses se trata.
Y para colmo, al presidente Enrique Peña parece que le interesa mucho más Nuevo León, que Tamaulipas…
Trump y el todopoderoso
Ayer vino a mi mente un libro de Irving Wallace. El Todopoderoso, se titula.
La trama versa sobre un editor inmoral que para ganar lectores, provoca noticias sin importar si causa muertes. Era información que sólo su diario publicaba porque a sabiendas de lo que generaba podía adelantarse a sus competidores y les “ganaba la nota”, sin importar las tragedias que se registraban.
¿Por qué recordé esa obra?
Es algo curioso. Ayer también el candidato republicano a Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se adelantó en forma sospechosa a las fuentes
gubernamentales para dar a conocer el estallido de una bomba en Nueva York y soltar un bufido bélico: “Tenemos que ser rudos, muy rudos”.
¿Por qué informó él de ese incidente antes que las propias autoridades?
¿A cuál de los dos aspirantes beneficia ese atentado, que recrudece el miedo en Estados Unidos y hace pensar en que se necesita una mano dura, o “ruda”, como dijo Trump?
Son sólo dos preguntas, pero ¡cómo me recordó esto a El Todopoderoso!…
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