“No nos va a ir mal”…
La frase es del aún presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en Tamaulipas, Rafael González Benavides, al aventurar un escenario que pretende ser autocrítico, del futuro que le espera en esta geografía a ese instituto político.
Queda claro que el dirigente priísta es optimista, lo cual podría ser loable si no se transparentara que no está parado en la realidad. Sigue anclado don Rafael y con él toda la estructura tricolor, en la histórica postura del “no pasa nada”, cuando les ha pasado todo.
No los entiendo.
Acaban de sufrir en el Estado el revés electoral más dramático en casi un siglo y continúan sin aceptar que su partido vive una convulsión en donde una circunstancial ausencia de rectoría mantiene pasmados a prácticamente todos, especialmente a sus parcelas típicas de poder.
Siguen sin reconocer los evidentes deslices cometidos, se niegan a aceptar que buena parte de la derrota se acunó en las traiciones, abiertas o soterradas y ni por asomo incluyen en esa radiografía a modo al mayor de los errores: Se equivocaron en la definición de su candidato.
¿Cómo remediar una enfermedad si no se acepta que ésta existe?
En medio de este símil de la Torre de Babel, en donde todos hablan distintos lenguajes y no se entienden ni con señales, una luz de esperanza aparece sin embargo para los priístas en el anuncio de que la elección del nuevo líder estatal del PRI podría salir de una votación abierta.
¿Por qué puede pensar la militancia de ese partido que ese método es una oportunidad positiva, si históricamente se han manipulado esos relevos?
La respuesta está en lo mismo que antes expuse: por la falta de control que hoy existe en ese instituto en el plano estatal.
Si no pervive el lastre de las líneas preestablecidas, si no hay nombres preconstruidos con la argamasa gubernamental, podrían tal vez los priístas tener la oportunidad de elegir a quien realmente sientan que es capaz de capotear la tormenta que les azota. Sería un proceso complicado porque aunque se escuche mal, los priístas no están acostumbrados a tomar decisiones directas, sino a acatar directrices, pero también sería un buen intento para sus militantes de quitarse la etiqueta de rebaño que han cargado durante décadas.
Y vaya paradoja:
Lo que en Tamaulipas tiene hoy en estado de coma al PRI –la carencia de un líder real– puede ser la tabla de salvación para su naufragio…
Despedida y arribo
Cumplido el formulismo de un informe de labores de las cuales fue protagonista central apenas unos cuantos meses, el alcalde de Victoria, Fernando Méndez Cantú, dio a conocer ayer un balance que podría contarse dentro del lema peñista de “lo bueno se cuenta poco, pero cuenta mucho”.
Ayer, el presidente municipal informó que el ayuntamiento capitalino cerrará esta gestión sin adeudo alguno con sus proveedores y con un margen financiero aceptable para no detener las actividades de ese orden de gobierno.
Sin ánimos cortesanos, me parece que a la luz de lo que ocurre en la gran mayoría de las administraciones municipales, en donde se dejan rezagos multimillonarios para que los resuelva “el que sigue”, este saldo debe ser reconocido en simple apego a la justicia.
Ese control de los recursos municipales con seguridad tendrá seguimiento en el cabildo que tomará posesión el 30 de septiembre próximo, con Óscar Almaraz Smer como presidente municipal.
Es Almaraz un financiero público con una amplia experiencia en ese terreno, lo cual, sumado al conocimiento de las emergencias que se deben atender en Victoria, es una buena señal que esta nueva generación del gobierno local arrancará con las acciones que la capital necesita. Buena suerte…
Twitter: @LABERINTOS_HOY