Durante los dos últimos meses en este espacio nos resistimos abordar el discurso racista, misógino, intolerante y proteccionista, así como los ataques sistemáticos en contra de México y los mexicanos, que como eje central mantuvo Donald Trump, como candidato a Presidente de los Estados Unidos por el Partido Republicano, porque nos parecía más importante abordar temas de nuestro entorno social.
Sin embargo ahora que Trump se ha convertido en Presidente electo de los Estados Unidos, al derrotar a su adversaria Hillary Clinton, creemos que es importante pasar revista a sus amenazas en contra de México, por las graves implicaciones sociales y económicas que tendría para el país y especialmente para la zona fronteriza.
Debo de confesar que como a muchos, el triunfo de Trump nos dejó verdaderamente sorprendidos, como al resto del mundo, con excepción de sus simpatizantes, porque nunca nos imaginamos que una sociedad como la norteamericana que presume de ser culta, informada, defensora de los derechos humanos y partidaria de la igualdad pudiera votar por él.
Y como no podemos cambiar la historia, México y los mexicanos estamos obligados a prepararnos para hacer frente a un escenario incierto en el corto plazo, porque no sabemos con certeza si Trump cumplirá sus amenazas de cancelar el Tratado de Libre Comercio, construir un muro en la frontera que compartimos y endurecer sus acciones para expulsar a nuestros hermanos inmigrantes.
Sea cual será la decisión que tome Trump, una vez que tome asiento en la Casa Blanca, el Gobierno de México deberá buscar establecer una relación de cooperación con su gobierno, en un marco de absoluto respeto.
México en ningún momento buscó una confrontación con Donald Trump. Fue él como candidato que utilizó a México como bandera política para ganar simpatizantes, desconociendo que durante años ambos países son socios comerciales y que los migrantes mexicanos contribuyen con la grandeza económica de ese país.
Ahora con el triunfo de Trump, algunas voces dicen que fue un gran acierto que el Presidente Enrique Peña Nieto, lo haya invitado a México para platicar con él en plena campaña. Nosotros seguimos pensando que fue un gran error. México no tenia porque intervenir en el proceso electoral norteamericano.
Ayer le comente a una colega: El triunfo de Trump no revierte el error de Peña Nieto en acierto.
Sin que se le invitara, el Gobierno de México tenia muchas plataformas para hacerle ver al candidato republicano, que estaba equivocado en la percepción que tiene del Tratado de Libre Comercio y de los inmigrantes mexicanos.
Una prueba del error, es que Trump nunca cambio su discurso en contra de México y los mexicanos, sino al contrario lo endureció.
Ahora si, una vez que concluyó el proceso electoral de los Estados Unidos y que el pueblo decidió quien será su próximo presidente, el Gobierno de Enrique Peña Nieto podrá emprender negociaciones para tener algún acercamiento con Trump y reiterar la posición de nuestro país: Trabajar con Estados Unidos,
fortalecer los lazos de cooperación y amistad, reconociendo que muchos de los problemas a los que se enfrentan solamente se pueden resolver actuando juntos.
México no puede resolver el narcotráfico sino lo hace con acciones conjuntas con el Gobierno de los Estados Unidos, porque se trata de problema binacional.
Si el Gobierno de los Estados Unidos quieran una frontera más segura, tienen que poner la parte que les corresponde: Combatir el tráfico armas hacia los delincuentes mexicanos y el consumo de drogas en su población.
El narcotráfico ha florecido, porque en Estados Unidos hay una gran demanda que en vez de bajar sigue creciendo y México paga las consecuencias de esos vicios.
En materia de migración también es necesario que haya un acuerdo para darle seguridad a millones de mexicanos que residen en los Estados Unidos y que no son delincuentes, sino trabajadores y emprendedores.
Unidos por una enorme frontera, México y Estados Unidos, están obligados a trabajar conjuntamente y seguir siendo socios y aliados, porque distanciados y confrontados, nadie gana y todos pierden.
