Dice el dicho que es mejor escarmentar en cabeza ajena que en la propia y lo citamos a propósito del sorpresivo triunfo de Donald Trump que no vieron las encuestas, tampoco los medios de comunicación ni los analistas, a pesar de que estaban a la vista de todos, frente a sus propias narices.
Y es que, como advierte otro conocido refrán, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver.
Los yankys fueron víctimas de sus propias ofuscaciones. Como afirmara el genio de la propaganda Nazi, Goebbels, de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, los norteamericanos, obnubilados por el espejismo que ellos mismos han creado, vieron lo que querían ver, no el sentir de los votantes.
Mientras que los analistas, comunicadores e intelectuales veían en el magnate a un loco, un racista y predador de mujeres, los votantes sentían cotidianamente que 17 millones de trabajadores y profesionistas no tienen empleo, que más del 14 por ciento de la población penitenciaria es de origen mexicano y cuesta mucho mantenerlos.
Que en la crisis inmobiliaria y financiera del 2008, como sucedió en nuestro país, el gobierno de los EE. UU. rescató también a los grandes bancos y compañías automotrices afectados con dinero de los contribuyentes y que, igual que aquí, en allá tampoco se castigó a ningún ejecutivo de las evaluadoras o calificadoras de riesgos, a pesar de que manipularon las apreciaciones a placer para favorecer grandes negocios turbios.
Que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de los gringos es inferior al que existía en la década de 1970 y que, en contraste con lo que aseguran los gobernantes, para los expertos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLACAN), firmado en 1994 por México, USA y Canadá, ha tenido un pobre desempeño.
Aunque frente a Hillary Clinton, Trump no era mejor, como era lo único que disponían para castigar al gobierno y los partidos políticos optaron por favorecerlo con el voto. Algo muy parecido a lo que sucedió en México en la sucesión presidencial del año 2000, Fox no era la opción ideal, pero no tenían a alguien más calificado para sacar al PRI de los Pinos.
O lo que ocurrió el pasado 5 de junio en Tamaulipas, cuando los electores llevaron a Cabeza de Vaca al gobierno no porque el panista fuese arrastra multitudes, sino porque ya estaban cansados de 86 años de PRI y no tenían al alcance de la mano a otro más idóneo que al abanderado de Acción Nacional.
Lo que sucedió durante el sexenio del vaquero del rancho San Cristóbal, Guanajuato, ya lo sabemos, lo que sucederá con Trump, eso lo empezarán a comprobar los estadounidenses a partir del próximo 20 de enero.
Como están las cosas, no es remoto que en la sucesión presidencial mexicana del 2018 vuelva a repetirse la historia de hace 16 años. Pese a la alternancia en el gobierno federal, nuestros políticos no han entendido que la población sigue harta de las promesas incumplidas de los gobernantes, que continúan sin ayudarle a la gente resolver sus problemas.
La corrupción y el saqueo del erario sigue en su máxima expresión, no obstante los discursos y el supuesto combate a los servidores públicos transas y rateros.
Y así como el hartazgo social sacó al PRI de los Pinos y de Tamaulipas, no sorprendería que vaya a cobrarles la factura, ahora no sólo al tricolor sino también al PAN y a llevar a la presidencia a un candidato atípico, como llamaban a Trump los analistas en el pasado proceso electoral de Washington.
¿O acaso no le parece insultante que los jerarcas del PRI hablen de democracia y de meter a los corruptos a la cárcel? Por supuesto, pero si los millones de ciudadanos agraviados con tantas falacias y burlas salen a votar, el sucesor del presidente Enrique Peña Nieto en el gobierno puede ser el que menos imaginan.
La estupidización colectiva es tan acentuada que hasta el más elemental sentido común parece una locura. ¿Les resulta sensato, por ejemplo, que el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, al que busca la policía en 120 países, avise el congreso que volverá al cargo que abandonó para ponerse a salvo de ir a prisión ahora quiera recuperarlo a fin de defenderse de las acusaciones que se le imputan?
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