¿Recuerda la imagen de Vicente Fox Quezada como candidato a la Presidencia de la República?
Tal vez le venga a la memoria un detalle que se convirtió en una etiqueta de campaña del panista: la “V” formada con los dedos índice y medio de una de sus
manos –a veces las dos– evidentemente formando la letra de la victoria, que al final obtuvo.
El caso es que la señal se generalizó entre colaboradores y seguidores y lo siguió hasta su llegada a Los Pinos. Hasta ahí muy bien.
El problema es que una vez iniciada la administración de Fox, su equipo olvidó que la campaña había terminado y muchos de sus integrantes siguieron aplicando el mismo estilo utilizado para conseguir votos, que en ese sentido fue exitoso. Gracias a esos personajes que “querían quedar bien con el Señor”, la señal de la “V” siguió como estandarte al mandatario, pero junto con ella también siguió dominando el perfil de la informalidad, los acuerdos continuaron formulándose sin los protocolos adecuados, la imagen del ejecutivo no adquiría firmeza y la inseguridad de varios de sus colaboradores, que no entendían que ya eran gobierno, no permitían el avance esperado.
Para decirlo de manera más directa: pasados varios meses, numerosos colaboradores de Fox continuaban viendo al candidato “Chente” de la campaña y no al Presidente Vicente.
Con el debido respeto para lo que está sucediendo en Tamaulipas, donde el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca es evidente está realizando un esfuerzo para rescatar un Estado hecho trizas en casi todos los sentidos, hay varias áreas en donde los nuevos servidores públicos siguen apostados aún en la campaña en la que triunfaron, merecidamente sin duda, pero que ya es historia y siguen marcando territorios con siglas y colores que el propio mandatario ya dejó en el pasado al actuar a favor de campesinos, maestros, constructores, ganaderos y otros sectores, sin distinción de partidos o simpatías facciosas. Los testimonios mediáticos del trabajo del mandatario están a la mano.
Se acercan dos meses de gobierno. Tal vez todavía se considere un lapso corto, pero es necesario empezar a considerar que las señales exitosas de campaña y las marcas triunfadoras con objetivos proselitistas –como la “V” de Fox y otra mucho más conocida en Tamaulipas– ya cumplieron su cometido y deberían empezar a perder importancia para dar lugar a una etiqueta que realmente nos importa a todos: La de tamaulipecos.
Cola larga
En Tamaulipas una frase, muy del norte, suele soltarse con sarcasmo cuando se entra en sospechas sobre la honestidad de alguien, quien además gusta de presumir de moralista:
“Para tener lengua larga, hay que tener cola corta…”
Sabias palabras, que al parecer no conocen en la jerarquía del partido MORENA, si es que es verdad que su jefe nato, Andrés Manuel López Obrador, aplicará a partir del año entrante dentro de esa organización una verdadera cacería de cochupos en los puestos públicos que esa facción controle, especialmente en la Ciudad de México, en donde manda galleta en varias cajas fuertes.
¿Cómo puede exigir moralidad el tabasqueño a sus correligionarios si él es el primero bajo sospecha, al disfrutar una vida de jeque árabe sin dar un martillazo, sin dirigir una empresa, sin sembrar un surco, sin encabezar un bufete y sin siquiera salir a las calles a botear?
Vamos, a lo que mueve esa táctica que dicen que aplicará el Peje, es a pensar que lo que busca realmente es que no le quiten ni un peso que él pueda agenciarse para sus fines políticos y personales.
Porque de lo que carece Don Andrés, es precisamente de cola corta…
La frase del día
“Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay…”
José Saramago/Novelista y poeta portugés
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