1.- Al final del año hay que hacerse a un lado para que pasen los campeones de la alabanza, el incienso y la zalamería estereofónica. Para que troten felices por las anchas veredas de la adulación, los magos del marketing y el maquillaje facturado.
2.- A principios de diciembre hay que dejar paso a los que aplauden con una sola mano y cultivan la gratitud con tanta devoción como si sembraran marihuana. A esos fundamentalistas del efecto que proviene de la nómina, y que difunden el efecto multiplicador y curativo del agradecimiento.
3.- Por estos días hay que cerrar los ojos y taparse los oídos, para no ver ni escuchar los sonidos de la gran filarmónica “chilanga” de la adulación y el aplauso mercantilizado, para Enrique Peña Nieto y su flamante gabinete.
4.- Antes de Navidad hay que dejar el balcón a los vendedores de imparcialidad, a los santones de la caja idiota, el micrófono y la pluma, que pregonan la pureza de su verdad con los moños de la honestidad químicamente pura.
5.- Por estas fechas hay que dejar espacio para que la “legión extranjera” exprese su profunda gratitud al divino maestro, y difunda jubilosa su valiente decisión de seguir arriesgando su futuro por Tamaulipas, donde han encontrado complicidad, dinero, amor, honores y destino.
6.- Al iniciar diciembre hay que prestarle la pluma a quienes padecen complejos de escalera, y les encanta prestar sus espaldas para que los ingratos pisen y sigan trepando hacia el poder.
7.- Durante estos días conviene subrayar que la amistad es tan radical como el embarazo, y así como no hay mujeres más o menos embarazadas, tampoco hay individuos más o menos amigos, porque la mitad de un amigo es solamente la mitad de un traidor.
8.- Al principio de este mes hay que refugiarse en el silencio para no escuchar los murmullos de los ambiciosos, las prédicas de los nuevos “jefes”, y los pronósticos de los adivinos, chamanes y brujos, que amenazan con escribir el grandioso capítulo de las próximas elecciones.
9.- Al comenzar diciembre hay que apartarse de la zona de peligro, porque no faltan los golpistas, los acelerados y los sicarios del “fuego amigo”, que todavía creen que con una intriga o una injuria al portador, se ganarán el aplauso, el favor y hasta un cargo en el gobierno o en el partido.
10.- Por estas fechas hay que dejar constancias de que los hombres valen tanto como su palabra de honor, y de que cuando las palabras sólo son ruido y viento, jamás se hará honor a los compromisos o acuerdos pactados.
11.- Durante estos días hay que esperar el momento oportuno para decir nuestra única verdad, que no es la verdad de los socios, ni de los favoritos, ni de los forasteros, ni de los amigochos, ni de los parientes, ni de los ingratos.
12.- Antes de Navidad hay que decir esa verdad sencilla que surge del hombre de la calle, y crece de la observación de los hechos y de la reflexión sobre resultados. Esos resultados que al final del camino son los únicos que cuentan, suenan y pesan en el juicio de la historia, simple y llanamente.