Ante tanta tragedia y comedia hablemos de optimismo en un país y una patria descuadrada por la corrupción y la violencia. Un cuadro de sinvergüenzas, de saqueadores, de usurpadores de la moral y trasquiladores de las buenas conciencias.
Hablemos de la gente que trabaja atrapada en la calle, de quienes sudan la gota gorda para llevar un poco de dinero de más a casa. Más para los que tienen poco.
Más para quienes han empeñado sus enseres por tener un pan y una copa de vino para volver a creer en este México caído para los millones que poco o nada tienen.
Ante la adversidad de la montaña de corrupción acerquemos, no a ese garabato del país de sinvergüenzas, de quienes pasean la soberbia sobre la tragedia de los olvidados, de los humillados por el miedo, el hambre y el terror.
Hablemos de optimismo en una Navidad que ennoblece los corazones.
De la Navidad que se acerca con la humildad y la belleza del amor de un Niño de luz que vislumbra una y una vez más la esperanza de paz y amor.
Hablemos de optimismo que los saqueadores no se intimidan con el amor, con la humildad de un Niño renace en el corazón de los hombres y mujeres buenos.




